La Comuna de París

 

LA COMUNA DE PARÍS 

 

La Comuna de París (18 de marzo a 16 de mayo de 1871) jugó un importante papel en el desarrollo del movimiento revolucionario y de las ideas anarquistas. Bakunin lo comentó en su día: «el socialismo revolucionario acaba de ensayar su primer golpe y demostración práctica en la Comuna de París». 

La Comuna de París fue creada después de la derrota de Francia a manos de Prusia en la guerra franco-prusiana, perdiendo Alsacia y parte de Lorena. El gobierno francés trató de mandar tropas para recuperar los cañones de la Guardia Nacional Parisiense y evitar que cayeran en manos del pueblo. Los soldados se negaron a abrir fuego sobre la muchedumbre burlona y apuntaron las armas contra sus oficiales. Esto ocurrió el 18 de marzo. La Comuna comenzaba. 

En las elecciones libres convocadas por la Guardia Nacional de París, los ciudadanos eligieron un consejo formado por una mayoría de Jacobinos y Republicanos y una minoría Socialista (blanquistas, socialistas autoritarios y seguidores de Proudhon). El consejo proclamó la autonomía de París y su deseo de recrear Francia como una confederación de comunas. Dentro de la comuna, los integrantes de consejo podían ser revocados y se les pagaba un salario base. Además, tenían que dar cuentas al pueblo que los había elegido. 

Lo sucedido en la Comuna de París era, en muchas maneras, similar a como Bakunin había pronosticado que la revolución ocurriría: una ciudad principal se declararía autónoma, organizándose y dando ejemplo, y exhortaría al resto del mundo a seguirla («Carta a Albert Richards», en Bakunin on Anarquism). La Comuna de París inició el proceso de creación de una nueva sociedad, organizada de abajo hacia arriba. Muchos anarquistas tuvieron un papel importante en su desarrollo: por ejemplo Louise Michel, los hermanos Reclus y Eugene Varlin (este último asesinado en la posterior represión). 

Respecto a las reformas iniciadas por la Comuna de París (reapertura de los puestos de trabajo, cooperativas, etc.), los anarquistas pudieron ver como podían realizarse sus ideas de labor asociada. En el llamamiento de la Comuna al federalismo y a la autonomía, los anarquistas ven su «organización social del futuro ... llevada a cabo a través de la libre asociación o federación de trabajadores, comenzando por las asociaciones, siguiendo a las comunas, las regiones, las naciones, y finalmente culminando en una gran federación internacional y universal» [Bakunin on Anarquism]. 

Sin embargo, para los anarquistas la Comuna se quedó corta. El Estado no fue abolido dentro de la Comuna , como lo había abolido afuera. Los comuneros se organizaron «de manera Jacobina» (usando las tajantes palabras de Bakunin). Como señaló Piotr Kropotkin: no «rompieron con la tradición del estado, de gobierno representativo, y no trataron de lograr dentro de la Comuna esa organización de lo sencillo a lo complejo que habían inaugurado al proclamar la independencia y la libre federación de comunas». Además, sus pasos en la reforma económica no fueron lo suficientemente lejos, no trataron de formar cooperativas en todos los puestos de trabajo, ni formar asociaciones de éstas cooperativas para la coordinación y el apoyo mutuo en sus actividades económicas. No obstante, como la ciudad estaba sitiada por el ejército francés, se comprende que los comuneros pensaran en otras cosas más inmediatas.

 

 


En lugar de abolir el estado dentro de la comuna, organizando federaciones de asambleas democráticas de ciudadanos, como las «secciones» parisinas de la revolución de 1789-93, la Comuna de París mantuvo un gobierno representativo y sufrió por ello. «En vez de actuar por su cuenta... el pueblo, confiando en sus gobernadores, les confió el mandato de tomar la iniciativa», y así el consejo se convirtió en «el mayor obstáculo a la revolución». 
El consejo se aisló más y más del pueblo que lo eligió, haciéndose cada vez más inútil. Al tiempo que su irrelevancia aumentaba, así también sus tendencias autoritarias, llegando a crearse el denominado «Comité de Salud Pública» por la mayoría Jacobina, para «defender» por el terror la «revolución». El Comité se opuso a la minoría libertario-socialista y fue afortunadamente ignorado en la práctica por el pueblo de París que defendía su libertad contra el ejército que los cercaba. El ejército francés los atacaba en nombre de la civilización capitalista y de la «libertad» de la propiedad privada.

Además de todo ello se cometieron dos errores muy importantes: uno no atacar Versalles cuando la revolución se asentó en Paris y dos no controlar y gestionar el Banco de Francia que al fin y a la postre financió el ejército de Thiers (257 millones de francos) mientras negaba a la Comuna el pan y la sal (46 millones) 
El 16 de Mayo, las tropas reaccionarias entraron en la ciudad, siguiendo siete días de duras luchas callejeras. Pelotones de soldados y miembros de la burguesía armados merodeaban por las calles, matando a mansalva. Más de 20.000 personas fueron muertas en la lucha callejera, la mayoría asesinadas después de los combates, fusiladas a sangre fría y sus cadáveres fueron enterrados en sepulturas comunes. Además, las tropas gubernamentales hicieron 43.522 prisioneros y a 4.586 de ellos fueron deportados a ultramar (Nueva Caledonia). Las tropas gubernamentales sufrieron 877 bajas, más 64 rehenes (entre ellos el Arzobispo de París) ejecutados durante los últimos días de combates.
 
Para los anarquistas, las lecciones de la Comuna de París fueron tres: 
Primera: una confederación de comunidades descentralizada es la forma política necesaria para la sociedad libre. 
Segunda: «No más hay razones para un gobierno dentro de la Comuna que para un gobierno fuera o sobre ella». Lo cual quiere decir que una comunidad anarquista ha de basarse en la confederación de barrios y asambleas de trabajo cooperando libremente. 

Tercera: es imprescindible unificar la revolución política y la económica en una revolución social.» En París trataron de consolidar la Comuna primero, posponiendo la revolución social para más tarde, mientras que la única forma de proceder es consolidar la Comuna por medio de la revolución social!» 


Aparecido en Contramarcha nº 23

Mayo de 2004

 

 

ÁGORA