DESDE PALESTINA


Desde 1948 cuando la ideología del sionismo se convirtió en una realidad que se llamó “Estado de Israel”, las vidas de los palestinos han ido empeorando de manera continuada. La ocupación israelí, en un principio violenta y despiadada, se convirtió en algo más organizado y se desarrolló una estrategia de tortura psicológica. No es que detuvieran los asesinatos, detenciones, demolición de casas... etc, sino que todas estas agresiones eran acompañadas por amenazas de asesinatos, detenciones y demoliciones de casas. El estado de terror y paranoia que los israelíes han imbuido en la población Palestina es probablemente tan efectivo como propia la violencia, si no más.
Hoy en día el mejor (o peor) ejemplo de  todo esto es la situación en que se encuentra la Franja de Gaza. No voy a profundizar en el análisis los efectos del asedio israelí, los bombardeos y completo aislamiento de la población de la Franja. Decenas de informes han sido escritos por las ONG y las diferentes agencias de Naciones Unidas acerca de la situación angustia y trauma psicológico que sufre la población de Gaza en medio de un gran desastre humanitario. No es necesario decir que todas las conclusiones extraídas de estos informes no han hecho cambiar ni un ápice la manera de actuar de los israelíes.
Un factor más que puede agravar el sufrimiento de las víctimas es el la indiferencia. Y aquí es donde las flotillas entran. Desde un punto de vista escéptico las cantidades de medicinas, alimentos  y juguetes que se puedan hacer  llegar por barco a Gaza son insuficientes para una población de 1.5 millones de personas. Incluso, aunque estos productos pudieran ser distribuidos en Gaza, eso no cambiaría el problema inicial: Gaza continuaría bajo asedio con o sin flotilla.
Pero las flotillas distribuyen algo más importante que todas medicinas y alimentos del mundo: esperanza. Muestran a las gentes de Gaza que hay personas que se preocupan por la injusticia y miseria que ellos padecen y que están dispuestos a actuar, incluso poniendo en riesgo sus vidas, para ayudarlos. Les muestran que, aunque su mundo sea inhóspito y gris, hay seres humanos hermanos que están dispuestos a compartir su sufrimiento. Les recuerda que la humanidad y la compasión no han desaparecido del mundo exterior.
No importa lo que las flotillas puedan llevar, cuando los barcos llegan al puerto de Gaza, las gentes que los esperan para darles la bienvenida siempre mostrarán anchas sonrisas en sus caras. En medio de esa escombrera de desesperanza y miseria, estas sonrisas son como un robusto rayo de sol que atraviesa los negros nubarrones, y tienen el mismo valor que todos los alimentos y medicinas del mundo.


Alex Abu Ata, periodista franco-palestino de Jerusalén

 

EN LA FRANJA DE GAZA  (PALESTINA)
Más de 1,5 millones de hombres, mujeres y niños palestinos viven atrapados en la Franja de Gaza.
Su vida diaria, en un territorio de sólo 40 kilómetros de largo por 9,5 kilómetros de ancho, se caracteriza por la escasez de energía, la escasa o nula disponibilidad de agua  potable y el deterioro de la atención sanitaria.
El desempleo masivo, la pobreza  y la inseguridad alimentaria se agravan y extienden por el impacto del bloqueo israelí.
Desde que entró en vigor el bloqueo de Gaza, en junio de 2007, los pasos fronterizos bajo control del ejército israelí, han permanecido cerrados. El otro paso fronterizo terrestre, el de Rafah, en la frontera entre Gaza y Egipto, está controlado por las autoridades egipcias y, hasta ahora se ha mantenido cerrado la mayor parte del tiempo.
Los cierres impiden todo movimiento de entrada y salida de palestinos en Gaza salvo en un reducido número de casos humanitarios excepcionales .Incluso a las Organizaciones Humanitarias y cooperantes Internacionales se les somete a interminables controles y se les pone todas las trabas posibles para acceder a Gaza.
El bloqueo prohíbe las exportaciones y restringe la entrada de productos básicos, como alimentos, combustible, materiales de construcción, etc. Gran parte de los alimentos disponibles proceden de agencias de ayuda de la ONU y otras organizaciones humanitarias, o se introducen de contrabando a través de los túneles que cruzan bajo la frontera entre Egipto y Gaza y después se venden a precios desorbitados a los asediados residentes de Gaza.
En muchos casos, el bloqueo también impide que la gente reciba atención médica urgente. Son conocidos  los casos de personas muertas en el propio paso fronterizo hacia Israel, por negarse el ejército israelí a permitir el acceso.
Del 27 de diciembre de 2008 al 18 de enero de 2009, los habitantes de Gaza se vieron sometidos a una devastadora ofensiva militar israelí .La operación “Plomo Fundido” que Israel afirmó que llevaba a cabo para impedir que Hamás y otros grupos armados palestinos disparasen cohetes contra Israel. Al menos 1.383 palestinos perdieron la vida, la mayoría civiles, y los heridos se contaron por millares. Muchos miles de viviendas  quedaron destruidas o sufrieron graves daños, al igual que los sistemas de suministro de electricidad y agua. Edificios civiles, incluidos hospitales, escuelas, fábricas o campos de cultivos resultaron dañados o fueron destruidos totalmente.
Un año después de la operación “Plomo Fundido”, Gaza continúa en gran medida aislada del mundo exterior. Al impedir Israel la entrada de la mayoría de los materiales de construcción, los habitantes de Gaza no pueden reconstruir sus vidas destrozadas.

 


Aparecido en Contramarcha 54

Febrero 2011

 

 

 

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