GRECIA, LA VERSIÓN EUROPEA DE LA DOCTRINA DEL SHOCK
El alba de una nueva y oscura era


Todas las medidas de austeridad a las que se ha visto forzada la población griega desde 2010 son pequeños entremeses comparados con el maremoto de pobreza social y miseria que se avecina y que les servirán como plato principal el capital y el gobierno griego, el FMI y la directiva de la UE. El porcentaje de desempleo “oficial” ha sobrepasado el 16% mientras que el real se estima superior al 20%. La situación es verdaderamente dramática para la gente joven pues el porcentaje verdadero dentro de este tramo de edad alcanza el 40% y se estima que a finales 2011 la cifra de desempleados supere el millón. Los salarios de los trabajadores siguen bajando y se estima que entre 2010-2012 lo hagan en un 30%.

Además de los recortes en salarios y pensiones del sector público, hay también reducciones drásticas de salario en el sector privado mediante la abolición de acuerdos colectivos de empleo, la abolición del coste de las horas extra y la aplicación de acuerdos laborales flexibles y precarios. Es destacable que los empresarios tienen el derecho a pagar a los trabajadores jóvenes (de hasta 25 años de edad) sólo el 80% del salario mínimo. Las nuevas leyes de seguridad social reducen las pensiones y aumentan el número de años trabajados necesarios así como el límite de edad para tener derecho a pensión (se exigen al menos 40 años de cotización y 65 años de edad para tener pleno derecho a pensión).

Al mismo tiempo, los cambios del sistema de salud griego se ceban en los pensionistas y trabajadores, obligándolos a pagar más por las medicinas y hospitalizaciones. Subrayemos que los desempleados, la gente excluida socialmente y los inmigrantes no tienen ningún tipo de acceso al sistema público de salud.

Hay que añadir que las pequeñas y medianas empresas están al borde de la extinción, sobre todo el comercio al por menor. El porcentaje de negocios que han cerrado en el centro de Atenas ha pasado del 17% en agosto de 2010 al 23’4% en la actualidad. Se cree que en el tramo 2010-2013 unas 200.000 pequeñas empresas cerrarán y las consecuentes pérdidas de empleo ascenderán a 350.000.

Además, Grecia sigue manteniendo el tercer lugar de la UE en lo que a tasa de inflación se refiere, la cual era próxima a inicios de 2011 al 5% (mientras que en el mismo periodo la tasa de la eurozona era un 2’2%). Los bienes necesarios para sobrevivir se vuelven más y más caros y la tasa de recesión permanece firme en el 3’9%. El aumento drástico de impuestos directos en los bienes de primera necesidad, el aumento de los impuestos incluso sobre las rentas más bajas junto al aumento de los intereses de las hipotecas, están reduciendo todavía más los ingresos de la gente. Se ha impuesto una tasa a los autónomos así como a los trabajadores en precario a los que se paga mediante factura por los servicios prestados. Por otro lado, aquellos que disponen de excesivos ingresos, el capital local y las compañías multinacionales, continúan evadiendo impuestos ostensiblemente y ya deben grandes cantidades de dinero a los fondos de la seguridad social nacional. La reforma fiscal que se lleva a cabo en el nombre de la “inversión” genera recortes de impuestos a los capitalistas e inicia un asalto nunca visto dirigido a la gente de ingresos medios y bajos. Aún así, se cree que el valor de los grandes depósitos griegos almacenados en bancos suizos asciende a 600.000 millones de euros, ¡el doble del total de la deuda pública griega!

Al votar el plan de austeridad a medio plazo y su ley aplicativa, el gobierno griego se prepara a pasar a la segunda fase de su plan, que incluye la venta de patrimonio público del país y alejarse del ya casi inexistente estado del bienestar. Las consecuencias más trágicas derivarán de la disolución del sistema público de salud. La intención es recortar 75 millones de euros en gastos de sanidad hasta finales de 2012 y otros 150 millones de euros desde 2012 hasta 2015. No hace falta decir que este procedimiento de “ahorro de dinero” no se basará en luchar contra el gasto excesivo en material sanitario y medicinas, ni contra la corrupción ni el cohecho habituales en los acuerdos entre la dirección del hospital y las empresas farmacéuticas, ni se preocupará en reducir los altos salarios de los directores de hospital, sino que será a expensas de la salud pública de la población griega. Los recortes en salud se materializarán mediante la reducción de hospitales públicos (137 a 83), de camas de hospital disponibles (de 36.000 a 32.000) y la liberación de 550 de esas camas a empresas de seguridad privada para su explotación económica. Se prevé la fusión de las clínicas que albergan los hospitales restantes, hecho que llevará a una reducción significativa de la calidad del servicio que ofrecen los hospitales. Se estima que en los años venideros se despedirá a 9.000 médicos y 26.000 enfermeros. Habrá una desertificación en lo que a servicios de salud pública se refiere especialmente en la periferia.
Y mientras el gobierno gasta 800 millones de euros en la fiesta de los Juegos Paraolímpicos, al mismo tiempo suspende varias escuelas de educación especial, lo que lleva a miles de personas de necesidades especiales a la exclusión social y aumenta drásticamente sus gastos para tener el equipamiento que necesitan.

Se promueven cambios similares en el sistema educativo mediante la fusión de escuelas que, sobre todo en la periferia, llevarán a la exclusión de niñas y niños incluso de la educación primaria. En lo que a educación superior se refiere, la independencia académica y auto-gobierno se están aboliendo, mientras a las universidades se les obligaba a gestionarse con criterios de financiación privada y la supervisión de gestores poco familiarizados con sus contenidos académicos y científicos. Se mina la calidad de los estudios y llegar a matricularse, con tanto recorte en los derechos de los estudiantes a comedores, libros y alojamiento, se hace farragoso.

Y mientras la operadora pública de telecomunicaciones griega ha sido vendida por completo a los alemanes, el gobierno se prepara a vender el resto de “filetes” de patrimonio público. Primero y antes de nada, la energía y el agua, la explotación de minas minerales, playas, terrenos públicos para su explotación turística y cualquier otra cosa imaginable (apuntan los rumores que hasta restos arqueológicos). Recurriendo a leyes de trámite rápido y la Fundación por la Explotación del Sector Público S.A., el gobierno griego puede continuar sus destructivas tareas, sin ser obstruidas por leyes constitucionales, procedimientos parlamentarios, estudios sobre efectos ambientales y lo que sea que permita mantener la rentabilidad capitalista bajo el embelesado título de “inversiones”. Los inversores, nacionales y extranjeros, son aquellos que llevaron a Grecia a su estado actual y ahora serán capaces de hacer grandes beneficios comprando a precio de risa el patrimonio público, sin costes ni riesgos.

El coste para la sociedad implicará muchas cosas, no sólo en lo que a pérdida de ingresos y aumento del déficit público se refiere, sino también por el encarecimiento de las facturas y que los bienes y servicios que se ofrezcan empeoren por la privatización. Lo peor de todo es que la explotación se llevará a cabo de manera depredadora para que el capital se asegure la máxima rentabilidad posible, un hecho que producirá la sobreexplotación de los recursos naturales, destrucción del entorno y aumento de la contaminación, por lo que se dilapida toda posibilidad futura de que la sociedad pueda satisfacer sus necesidades mediante su relación con la naturaleza y el medio.
Es curioso que, con posterioridad a la privatización de las empresas de suministro de agua en el Reino Unido, el presupuesto asignado a la reparación de la red se redujo en más de un 50%, lo que conllevó un radical aumento de filtraciones. Los precios subieron un 36% en una década. Dos millones de personas poseían cuentas fraudulentas, el suministro de agua se cortó en más de 18.500 hogares y se perdieron 50.000 trabajos. Por tanto, mediante una carga de trabajo en continua reducción, así como la reducción de las pequeñas propiedades y el empleo autónomo, el saqueo del patrimonio público y de la naturaleza, la sociedad griega adquirirá características similares a las que vemos en algunas sociedades de América del Sur. La polarización económica entre bienestar extremo y pobreza del pueblo llevará a la rotura del tejido social y a un canibalismo social generalizado.

El “milagro económico” que sucedió durante las pasadas dos décadas y que llevó a Grecia a la Unión Monetaria Europea y al Euro, se apoyaba fuertemente en el trabajo no convencional que realizaban cientos de miles de inmigrantes que trabajaron en condiciones miserables, sin papeles y con salarios extremadamente bajos. Ese “milagro” tiene como símbolo los Juegos Olímpicos de 2004 que dejaron, aparte de una inmensa deuda económica, numerosos cadáveres de trabajadores inmigrantes (se calculó que durante el periodo de construcción de los proyectos olímpicos había unos tres accidentes mortales por semana).

En la actualidad, con la plaga de la crisis por todo el país, la población inmigrante que cargó con el desarrollo económico trabajando en los empleos más duros y menos remunerados (construcción, agricultura, cuidado del hogar, pesca, etc.) se convierten en las primeras víctimas no sólo del desempleo sino también del canibalismo social. El Estado explota los ataques retóricos y racistas de los grupos xenófobos y fascistas contra los inmigrantes, de cara a canalizar la indignación de la gente hacia una guerra generalizada entre diferentes segmentos de las clases bajas. Esta guerra toma forma de todos contra todos, y así la indignación no se transformará en una fuerza que intente derrocar a las clases superiores y gobernantes.

La situación antes descrita se completa con la transformación de Grecia en un atracadero anti-inmigración para el resto de Europa, papel impuesto por el Tratado de Dublín II. Miles de inmigrantes que quisieran ir a otros países europeos están atrapados en Grecia, mientras que no hay estructuras existentes para alojarlos e integrarlos socialmente, ni tampoco hay perspectiva laboral que permita un mínimo nivel de vida. Todas estas personas están amontonadas en vecindarios ya de por sí degradados (por el desinterés estatal y la desertificación que la crisis ha causado) de Atenas y otras grandes ciudades, intentando sobrevivir creando campos improvisados fuera de Patras e Igoumenitsa (que son los puertos-salida de Europa), a la espera de poder escapar escondidos en las ruedas de un gran camión, prefiriendo arriesgar sus vidas a vivir en la miseria y la pobreza.

Por tanto, se están creando unas condiciones nefastas en las que el nivel de delincuencia, drogas, prostitución, luchas entre bandas y, por supuesto, violencia fascista y represión policial (cual huevo de serpiente) aún más encarnizadas, serán utilizadas por los gobernantes en el contexto de ejercer el control biopolítico sobre distintos segmentos de población, locales e inmigrantes, que serán echados del tejido social por la crisis. En realidad estas condiciones constituyen una oportunidad (apoyada en una demanda popular de seguridad) para reconstruir la legalización del sistema político que ha alcanzado su punto más bajo. Todo esto puede parecer demasiado para la realidad política griega actual pero no debe tomarse como ciencia-ficción pues consiste en formas de “gestión” que se aplican en otros países tales como México. Otra forma de “gestionar” la crisis podría ser la participación de Grecia en “asuntos y aventuras de importancia nacional”, mediante el pretexto de la explotación de depósitos en el mar Egeo o el amplio Mediterráneo oriental, o mediante la redefinición de la política exterior del país hacia Israel, donde la postura obstructiva del gobierno griego frente a la flotilla de liberación de Gaza fue un ejemplo claro.

 

 


Un sistema político alegal.

En este momento el sistema político parece demasiado débil para activar este tipo de mecanismos de control y parece concentrar todos sus poderes en intentar aplicar los tres pilares de la apisonadora económica mencionados antes.

El gobierno de Papandreou (que casi abdicó cuando afrontó la rabia popular de la huelga general y el bloqueo del parlamento del 15 de junio) está en arenas movedizas. No sólo por el hecho de que 5 de sus parlamentarios se hayan independizado desde la jura del gobierno ni por la caída libre que le esbozan las encuestas. El problema de base es que el gobierno ha roto sus relaciones representativas con la base popular e incluso con su núcleo (formado por los trabajadores de los sectores públicos, que aseguraron la mayoría del PASOK en los sindicatos), al tiempo que eran incapaces de construir nuevas alianzas con otras clases sociales. El gobierno del PASOK sigue gobernando sólo por la enorme presión que recibe de sus mandamases del extranjero y el apoyo que recibe de los capitalistas nacionales que dominan los medios de comunicación. A pesar de las tendencias centrífugas que definen al partido gobernante, sigue sin haber alternativas socialdemócratas fiables en Grecia.

La pregunta importante que surge es hasta cuándo podrá el PASOK gobernar y sufrir el coste político, y si el PASOK seguirá existiendo, con qué forma y con qué tipo de fuerza electoral, después de las elecciones (sea cuando se lleven a cabo). Aún así, la cuestión más importante es qué tipos de procesos y dinámicas se desarrollarán en su base social, la cual por un lado evita la representación en el partido pero en el otro permanece en silencio e inerte.

El conservador partido de la oposición, Nueva Democracia (ND), puede que haya votado contra el plan de austeridad a medio plazo pero también ha votado la mayoría de artículos  de su ley de aplicación, con lo que intenta simpatizar con los sentimientos anti-memorándum de sus votantes pero también con la demanda de los compañeros europeos de consenso político en lo que a medidas de austeridad se refiere. Sin embargo, este esfuerzo fue inútil porque tanto los votantes como los compañeros no quedaron satisfechos. Dado el hecho de que es imposible que ND gobierne en coalición con su eterno adversario (el PASOK) sin afrontar un altísimo coste político, ND está obligada a pedir elecciones aunque en secreto no desee que haya una mayoría (la cual es poco probable, todo sea dicho).

Las fuerzas políticas disponibles abarcan todo el rango del sistema político, desde los radicales de extrema derecha (LAOS) y los liberales acérrimos (DE.SY.) a la versión más reformista de la izquierda (DE.AR.) y constituyen la reserva del sistema político en el muy probable caso de que PASOK no pueda soportar las tareas asignadas. La posibilidad de una coalición o consenso nacional es muy fuerte, sea por resultado electoral o no. Hay muchos comodines (las encuestas predicen un parlamento de 9 partidos) que dan como resultado que las alternativas se multipliquen. No hace falta decir que un gobierno de este tipo, especialmente en nombre de la unidad nacional, impondrá incluso medidas más duras y no dudará en apoyarse más en la fuerza bruta ejercida por mecanismos supresores.

El Partido Comunista de Grecia (KKE) sigue fiel a una política de aislamiento y atrincheramiento, no sólo ante otras formaciones políticas de la izquierda, sino contra todo proceso y fermentación cinemáticos que se llevan a cabo en las plazas. Su estrategia se concentra exclusivamente en aumentar su porcentaje electoral. A pesar de su revolucionaria retórica, no pierde la oportunidad de guiñar el ojo a la legitimidad burguesa, lo que hace que los medios la distingan como la izquierda seria, responsable y fortalecida. Incluso cuando endurece su actitud (como por ejemplo en la huelga de pescadores), no se esfuerza con perspectiva y continuidad. Para ser el partido en activo más antiguo de Grecia, el Partido Comunista está más interesado en su reproducción que en su posible papel como catalizador en el contexto de un movimiento subversivo, postura típica de cualquier burocracia.

Además de regodearse en las aguas empantanadas de las manifestaciones en plazas, SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) permanece atrapada no sólo entre sus contradicciones y yuxtaposiciones internas sino sobre todo en una política que aunque parezca radical, busca formas de rescatar (y no transcender) el sistema existente. SYRIZA puede estar recibiendo ataques continuamente de los medios por ser supuesta responsable política de las protestas públicas ciudadanas y de la “violencia” contra los miembros de gobierno (los cuales, al igual que los parlamentarios del PASOK, no pueden circular en público sin someterse a protestas de ciudadan@s contra ell@s), pero al mismo tiempo la única propuesta de SYRIZA para encontrar una salida de la crisis es un plan regulador para el capital económico, la renegociación de la deuda y las medidas de desarrollo, sin aportar propuestas pioneras que redefinan la actividad productiva.

Es de destacar que, por primera vez, la polarización social y política así como el dispar cuestionamiento del sistema político se refleja en las encuestas en forma de un 1’5-2% de votos para el partido radical de izquierda ANTARSYA y 1-1’5% para el neo-nazi HRYSI AVGI.
¿Hay algún rival?

A pesar de todo, opuesto a este aterrador panorama, aparecen la confrontación y desobediencia populares: caóticas, confusas, mezcladas, controvertidas, contradictorias… pero visibles. El quiz está en si tales confrontación y desobediencia se transformarán en un rival de consideración.

Las 8 huelgas generales de 24 horas realizadas desde que el gobierno griego pidiese ayuda al FMI y la UE y la huelga de 48 horas de junio muestran una dinámica social considerable que, sin duda, no se basa en órganos sindicales terciarios decadentes y desacreditados. La GSEE (Confederación de trabajadores Griegos) y la ADEDY (Confederación de trabajadores civiles) se componen principalmente de funcionarios y otros trabajadores de empresas públicas, ya que la presencia de los sindicatos en el sector privado no supera el 10%. En realidad, GSEE y ADEDY no pueden hacer más que convocar algunas huelgas generales bajo la continua presión de las clases obreras. Se han quedado sin trabajadores sindicados y son incapaces de organizar alzamientos proletarios serios. Incluso en el caso de que algunas importantes empresas públicas fueran objetivos de privatización y mantuvieran huelgas de larga duración (transporte público, DEI-Empresa pública de la energía, etc.), los líderes de los sindicatos fueron más un estorbo en toda forma de lucha y causaron su degeneración. Es definitorio que la última huelga de 48 horas se organizó por la presión de las movilizaciones de la plaza Syntagma y para evitar así el riesgo de que GSEE y ADEDY perdieran hasta su último gramo de prestigio.

Por otro lado, la creación durante los últimos años un número de sindicatos primarios militantes, sobre todo por iniciativa de varios luchadores de la izquierda extraparlamentaria y el movimiento anarquista. Estos sindicatos engloban principalmente a trabajadores no-convencionales del sector privado como: couriers, camareros, empleados de telemarketing, dependientes de librerías, docentes, técnicos, etc. Las principales características de los sindicatos de primera clase son la acción militante intensa, estructura antijerárquica y una clara politización anticapitalista en contraste con la influencia partisana que define a los sindicatos burocratizados. Estos sindicatos incipientes son bastante pequeños y podría decirse que se basan en modelos sindicales simples pero de resultados efectivos. Luchan contra los despidos, por la aplicación de acuerdos de comercio colectivos y por la adquisición de derechos laborales para las diferentes especialidades, etc. Su poder se basa en el hecho de que cuando luchan contra los empresarios (luchas en las que, además de las huelgas, utilizan principalmente el boicot empresarial) consiguen movilizar a grandes cantidades de seguidores que se solidarizan con la causa desde el movimiento capitalista en general. Además, la izquierda extraparlamentaria es relativamente poderosa entre educadores, médicos de hospitales, organizaciones de gestión local (OTA), empleados del Ministerio de Cultura, etc. Sin embargo, su acción en la actualidad tiene graves obstáculos que afrontar: por un lado, la abolición de negociaciones para los acuerdos colectivos de empleo que votó el gobierno y, por otro lado, un gran número de despidos que unidos a las crecientes cifras de desempleo complican muchísimo la lucha por la re-contratación.

Sería imposible dejar afuera otras formas notables de lucha social, la cual con tiempo adquieren un carácter más radical. Los ejemplos más característicos son la lucha de los 300 trabajadores inmigrantes sobre sus permisos, y la gran lucha de los residentes de la ciudad de Keratea contra el vertedero que se quiere construir en su zona. Son luchas organizadas por la gente que en muchos casos adquieren un carácter conflictivo y se definen por una intensa tendencia a cuestionar a la autoridad central y sus decisiones.

La existencia de organizaciones de izquierda radical pero sobre todo de organizaciones de un amplio sentimiento anticapitalista con características inequívocamente autónomas, autiautoritaristas y anarquistas constituyen totalmente un gancho para el cuestionamiento social, a pesar de la gran cantidad de problemas y contradicciones existentes, sobre todo provenientes del sectarismo de la izquierda radical y de la fetichización de los choques con las fuerzas policiales en el caso de los anarquistas. Si acaso diciembre de 2008 fue una insurrección juvenil donde los movimientos anticapitalistas y anarquistas más amplios pusieron su sello, es momento de distanciarse de sí mismo y de su propia “convencionalidad”, empezando primero por ampliar su referencia social más allá de la gente joven. Seguro que habrá montones de oportunidades de dar ese paso en breve, sea mediante los procesos iniciados en la plaza Syntagma, o las luchas locales y parciales así como resistiendo ante la privatización del patrimonio público.

La contribución del más amplio movimiento anticapitalista, no sólo en futuras luchas sociales y laborales, sino también en las formas y estructuras de la reproducción y solidaridad sociales, para que la sociedad sea capaz de mantenerse en momentos de pobreza social, será de mayor importancia no sólo para la propia sociedad sino también para la existencia política del movimiento anticapitalista. Defender y ampliar el carácter social de los bienes y recursos públicos que el gobierno tiene la intención de vender, reconstituyendo partes del sector productivo de alimentación para necesidades sociales ajenas al criterio de mercado, son cuestiones que deben incluirse en nuestra agenda bajo diferentes prismas que combinasen respuestas mediadoras con perspectivas estratégicas. En realidad estamos todavía verdes, las estructuras de solidaridad social son fetales y experimentales, funcionando en el contexto de colectivos políticos, mientras que los intentos de crear colectivos productivos no existen.

Todas las cuestiones están ante nuestros ojos pero de una forma u otra la sombra del futuro ha caído sobre nosotr@s...

Kostas Svolis, Centro Social Autónomo Steki (Atenas)

Aparecido en Contramarcha nº 57


Septiembre 2011

 

 

 

ÁGORA