EL VALLE DEL TAJUÑA, UN ESPACIO A PROTEGER

El Valle del Tajuña se encuentra al sureste de la Comunidad de Madrid. La cuenca del río Tajuña ocupa 654,43 Km2. Su altitud varía entre los 860 m en la parte más alta y los 535 m en la más baja. Esta zona comprende los términos municipales de Pezuela de las Torres, Ambite, Orusco, Carabaña, Tielmes, Perales de Tajuña, Morata de Tajuña, Chinchón y Titulcia, que forman parte de la comarca agraria de “Las Vegas” y de “La Campiña”.


GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA DEL VALLE
La orografía del valle del Tajuña se debe al origen de sus materiales, que se depositaron hace unos cien millones de años, en el mesozoico, cuando esta región estuvo sumergida bajo el mar. Tras la retirada de las aguas fueron modelados por la orogénesis alpina, hace unos cuarenta millones de años.

En el valle se pueden diferenciar dos tipos de suelo: los calizos, que son suelos escasamente desarrollados y con acusado contenido en sales, compuestos por materiales sedimentados durante el mioceno y los suelos compuestos por materiales cuaternarios, que aparecieron después de una serie de suaves plegamientos que modificaron la red hidrográfica, dando lugar a erosiones fluviales que formaron los valles actuales, permitiendo la sedimentación aluvial de los materiales arrastrados por los ríos de la zona, arcillas-limosas, arenas y cantos de cuarcitas.

El valle pertenece a la cuenca del río Tajo. La red hidrográfica está formada básicamente por el río Tajuña, que cruza la zona aproximadamente de nordeste a sudoeste, durante unos 35 km Los únicos afluentes del río son algunos arroyos que no suponen aumento real del caudal del río, aunque su erosión sí ha repercutido en las formas del relieve. Este caudal es muy escaso en verano siendo algo superior en inviernos y primaveras, no se producen eventuales inundaciones al estar su caudal regulado por presas.

El clima es de tipo mediterráneo templado, con cierta continentalidad por encontrarse en el centro peninsular. Se caracteriza por una gran amplitud térmica con una temperatura media anual de 14 ºC. Se pueden diferenciar dos periodos por sus características de humedad y temperatura, de mayo a septiembre un periodo seco, con escasas precipitaciones y altas temperaturas, y un periodo húmedo de octubre a abril, con temperaturas más bajas y más precipitaciones, que oscilan en torno a 400-500 mm, lo que da idea de su aridez, atenuada por el río, que presenta un microclima en sus sotos.


FLORA Y VEGETACIÓN

Se trata de un territorio muy modificado por el hombre y dedicado fundamentalmente a la agricultura.

La flora del valle del Tajuña encierra una paradoja: aparentemente ofrece paisajes poco frondosos, ralos y desgastados, pero con una enorme riqueza botánica, a menudo superior a la de otros parajes más frondosos. Existen, en esta zona, especies botánicas sumamente adaptadas a vivir bajo este clima extremo, o sobre sustratos difíciles como el yeso.

Por otra parte, muchas de las formaciones vegetales que aquí encontramos son el fruto de una actuación antiquísima del hombre sobre el terreno: fuego y desbroces para la obtención de pasto, talas o podas para leñas, plantaciones para cubrir ciertas demandas, etc, aún y así encontramos ecosistemas vegetales en desarrollo, como consecuencia del abandono del campo.


Los principales ecosistemas del valle son:

Encinares y coscojares. La encina (Quercus ilex subsp. ballota) probablemente hubiera formado extensos bosques en el pasado, pero hoy día se encuentra salpicada en laderas, barrancos, suelos pedregosos y lindes de caminos y fincas. Los ejemplares presentan un porte arbustivo como consecuencia de podas y matarrasas reiteradas, aunque se pueden ver ejemplares de portes muy robustos y bien conservados. A menudo se mezclan con las coscojas (Quercus coccifera), que forman manchas en ambas laderas, así como en diversas parameras.

Pueden aparecer, además, otros arbustos salpicados: espino negro (Rhamnus lycioides), aladierno (Rhamnus alaternus), jazmín (Jasminum fruticans), cornicabra (Pistacia terebinthus), rosales silvestres (Rosa sp ) etc.

Cuando se alteran los encinares y coscojares, o cuando se abandonan los campos de cultivo, aparecen matorrales con otras características. Están conformados por una amplia variedad de especies que dependen de las características del suelo. Las más importantes son el lino (Linum suffruticusum), la salvia, el espliego (Lavandula sp.), tomillos (Thymus sp.), romero (Rosmarinum sp.), la aliaga (Genista scorpius), jaras (Cistus sp.) y algunas jarillas (Helianthemum sp.). Estas formaciones están muy extendidas y  han sido y siguen siendo soporte para la economía local, conformando una industria: la miel.

Quejigares. El quejigo (Quercus faginea) aparece en barrancos o laderas frescas de todo el Valle. Frecuentemente se mezcla con encinas, conformando bosquetes donde es frecuente la presencia del arce (Acer monspessulanum).

Cuestas y cortados yesíferos. En este tipo de ecosistemas encontramos distintas unidades de vegetación:
Los matorrales gipsófilos, son plantas de pequeño porte adaptadas a este tipo de suelos. Se trata de especialistas capaces de tolerar condiciones extremas de suelo y clima. Las principales especies son la efedra (Ephedra fragilis), la jarilla de escamas (Helianthemum squamatum), el lepidio (Lepidium subulatum), la gipsófila (Gypsophila struthium), y algunos tomillos (Thymus vulgaris y Thymus zygis).

Los espartales. El esparto, también llamado atocha (Stipa tenacissima), es una gramínea que fue aprovechada por la economía local hasta que cayó en desuso. Soporta estoicamente el calor y la sequía, y crece en laderas de solana, en cerros pelados o cubiertos de yeso, donde se acompaña de otras matitas gipsófilas.

Los pinares de pino carrasco (Pinus halepensis) son consecuencia de su empleo para repoblar estos terrenos dada su resistencia al calor y sequedad, aunque también aparecen de modo natural conformando interesantes bosques como el de La Encomienda Mayor de Castilla (Villarejo de Salvanés). Ocasionalmente se sembró el pino piñonero (Pinus pinea), por el interés que tienen sus piñones.

Sotos y riberas. Son formaciones cuya característica básica es estar ligadas a la presencia del agua, encontrándose principalmente árboles y arbustos caducifolios que ocupan una pequeña y estrecha banda a lo largo del río. La vegetación riparia sigue una estructura en la que encontramos alisos (Alnus glutinosa) que viven en las riberas de los ríos, o sumergidos parcialmente. A continuación encontramos sauces (Salix sp.), con una importante labor defensiva contra la erosión. En otra banda encontramos las choperas (Populus sp.), que han sufrido presión progresiva con el desarrollo humano, empleándose el espacio que ocupaban en pastos, cultivos, explotación de graveras, vías de comunicación, urbanización etc.

La siguiente banda es de olmedas (Ulmus sp.) en los valles, barrancos y depresiones con suelos profundos, que pueden estar acompañados de quejigos (Quercus faginea). Por último, la banda de fresneda (Fraxinus angustifolia) junto a la que aparecen tarayales (Tamarix sp.) con herbáceas como la espadaña, el carrizo, el lirio amarillo, etc.

 

 


ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS

Dentro del Valle del Tajuña encontramos ciertos espacios que ya han sido protegidos por diferentes figuras:

LIC de “Vegas, Cuestas y Páramos del Sureste de Madrid (ES31100006)”, Además, dentro del valle se encuentran una serie de Humedales Protegidos:

La Laguna de San Juan (11 Ha) en Chinchón.
La Laguna de Casasola (2 Ha) en Chinchón.
La Laguna de San Galindo (2 Ha) en Chinchón.
También hay 8,9 Km2 de Montes de Utilidad Pública y 70,1 km2 de Montes Preservados que son masas arbóreas, arbustivas y subarbustivas de encinar.


UN ESPACIO A PROTEGER

Desde principio de año (2016) varios grupos ecologistas (GRAMA, ARBA, Ecologistas en Acción, Jarama Vivo y Asociación ecologista del Jarama “El Soto”) estamos desarrollado una campaña para dar a conocer este valle y su riqueza natural con el fin de que la zona sea protegida bajo la categoría de Parque Regional. El objetivo es preservar los valores del valle, además de que sirva como corredor ecológico, ya que supondría una continuidad con el Parque Regional del Sureste, e incluiría tanto la Laguna de San Juan, ya protegida como Refugio de Fauna por la Comunidad de Madrid, así como otras dos lagunas del inventario.

Serviría, además, para asegurar la preservación de un buen número de hábitats catalogados.

La lucha no ha hecho más que comenzar, aún queda mucho camino por delante, muchos intereses que tumbar y por supuesto muchos aliados a los que unirnos para conseguir que una buen parte de nuestro territorio natural goce de protección.


GRAMA, ARBA, Ecologistas en Acción, Jarama Vivo y Asociación ecologista del Jarama “El Soto”

 

Simón Cortes
Presidente de ARBA

Aparecido en Contramarcha nº 73

Diciembre 2016

 

 

 

 

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