OCHO TESIS PARA UNA ÉTICA LIBERTARIA

 

1
Si bien las circunstancias sociales en las que vivimos condicionan nuestra actividad, somos libres y responsables de lo que hacemos, por lo que podemos y debemos tomar partido. Nada está decidido de antemano y a cada persona le corresponde la tarea de decidir qué tipo de vida quiere llevar. No hay leyes deterministas en la historia de los seres humanos y estamos siempre abocados a tomar las decisiones por nosotros mismos, sin delegar en otras personas esa capacidad de decisión. Por otra parte, mi libertad solo es tal cuando es reconocida por otras personas libres como yo: solo soy libre cuando todas las personas que me rodean también lo son, pues mi libertad empieza donde empieza la libertad de los demás.

2
La ética libertaria es algo que empapa toda nuestra vida, en todos los ámbitos en los que nos movemos, tanto en la vida pública como en la privada, tanto en momentos de trabajo como en momentos de ocio. Es un modo de vivir, una apuesta personal por un proyecto específico que rompe con los moldes establecidos. No se trata de un adorno superfluo, sino del núcleo mismo de nuestra propia vida.

3
El primer punto de partida sobre el que se cimenta una ética anarquista es la rebelión. Es una reacción radical contra la injusticia existente, la que padecemos nosotros o la que padecen quienes nos rodean, injusticia que provoca nuestra indignación moral. Ante situaciones de opresión y explotación tenemos muy claro que no podemos guardar silencio ni mirar para otro lado, sino que debemos responder con una acción personal directa y radicalmente reparadora y transformadora. No hemos nacido para vivir de rodillas, sino para vivir con dignidad, ejerciendo nuestros derechos y exigiendo siempre que sean reconocidos y respetados. El silencio ante la injusticia nos convierte en cómplices de la misma.

4
No nos basta con rebelarnos; es necesario además tener claro en sus líneas generales el tipo de mundo en el que queremos vivir y el tipo de persona que queremos ser. Apostamos por una vida personal y social plenas y nos tomamos muy en serio el ideal democrático: libertad, igualdad y fraternidad, para todos y en todos los ámbitos. Queremos una sociedad regida por esos principios, en la que los seres humanos sean libres, iguales y solidarios y puedan desarrollar al máximo sus propias potencialidades gracias a la práctica del apoyo mutuo. Queremos una sociedad sin explotación ni opresión, en la que nadie escupa sangre para que otros vivan mejor. No queremos sacrificar ninguno de esos principios, por ejemplo la libertad individual, para alcanzar los otros, como la igualdad. Postulamos que los tres pueden ser ejercidos al mismo tiempo, con fórmulas adecuadas que establezcan los debidos equilibrios entre ellos.

5
No podemos ni queremos esperar, no admitimos que haya que aplazar una vida regida por estos principios a la aparición de un mundo nuevo, tras una revolución o una profunda evolución más o menos rápida. Queremos y podemos vivir de otra manera aquí y ahora, en el presente, puesto que el presente es lo único que tenemos. Nuestro objetivo es alcanzar una organización social radicalmente diferente a la que está vigente, pero eso debemos ponerlo en práctica ya, sin dilaciones, mostrando así que de hecho hay personas y colectivos capaces de vivir de otro modo. En todo momento, en toda circunstancia, es posible que irrumpa un modo alternativo de vida, que pueda servir de ejemplo y que ponga a nuestro alcance el ideal que nos guía. No basta con clamar que otro mundo es posible; hay que mostrar que otro mundo es real y está en acción.

6
Buscamos el desarrollo al máximo de todas las capacidades de la persona, pues tenemos derecho a satisfacer todas nuestras necesidades, las actuales y las que puedan ir surgiendo en momentos posteriores de la evolución de la sociedad. Estamos aquí para disfrutar lo más posible de la vida que tenemos. No podemos ni debemos resignarnos con las limitaciones que se nos presentan en todo momento, sino que debemos esforzarnos constantemente porque sea posible una vida más plena, más feliz, más placentera si se quiere, para todos.

7
La convivencia entre los seres humanos no puede basarse en jerarquías, con una minoría dictando e imponiendo las normas a la mayoría de la población. Las normas de convivencia así como los objetivos que deben ser alcanzados a través de esa convivencia, deben ser establecidos entre todos, en un amplio proceso de participación en la deliberación y toma de decisiones. Deben ser normas que respeten el derecho de las minorías a llevar adelante su propio proyecto de vida, reconociendo que la pluralidad y la diferencia, lejos de empobrecer nuestra propia vida, la enriquecen.

8
Los fines nunca justifican los medios, y no se pueden separar los unos de los otros. Los medios que empleamos deben ser eficaces y al mismo tiempo ser coherentes con los fines que buscamos. No se impone la libertad por decreto, como no se acaba con el autoritarismo opresor recurriendo a imposiciones autoritarias. La única manera de avanzar hacia una sociedad libertaria es poniendo en práctica lo que esa sociedad libertaria exige, aunque eso suponga en algunos momentos que el camino sea más largo. Pero la libertad y la solidaridad no son la meta, son el camino.

2011.

Félix García Moriyón

Tomado de Portal Libertario Oaca

 

 

 

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