Subte Buenos Aires

 

SUBTE DE BUENOS AIRES
LA LUCHA POR LEVANTAR UN SINDICATO

 


En el subterráneo de Buenos Aires trabajan alrededor de 3.000 trabajadores. Se estima que viajan, diariamente, 1.000.000 de pasajeros. A través de seis líneas se conectan los puntos más importantes de la ciudad. Allí radica (y los trabajadores lo han comprendido muy bien), una de sus mayores fortalezas. Parar el subte es paralizar la Capital Federal.

Febrero de 2009: trabajadoras y trabajadores del subte realizan un Plebiscito de consulta para desafiliarse de la Unión Tranviaria Automotor (UTA) y crear la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP). La participación de los trabajadores es masiva, a pesar de las agresiones que sufren por parte de una patota de UTA. Los resultados arrojan una arrolladora mayoría (alrededor del 90%) a favor del “Sí” al nuevo sindicato. Dos meses después del plebiscito, se realizan las elecciones para delegados del nuevo sindicato en todos los sectores, de todas las líneas y en todos los turnos (87 en total, a diferencia de los 21 del cuerpo de delegados). Se inicia así la pelea por la legalización de este nuevo sindicato.

Junto con los cuerpos de delegados por línea y el plenario general de delegados, se conforma una Comisión Directiva Provisoria, cuya tarea central es poner en funcionamiento el nuevo sindicato, aun antes de que sea legalmente reconocido. Así se pasa a la estructuración de una dinámica que en realidad ya lleva años. Las antiguas comisiones del cuerpo de delegados se convierten en Secretarías, a las que se les suman otras nuevas (Cultura, Acción social y Turismo, Prensa, Finanzas, Género, Gremial, Organización). Todas las actividades de las Secretarías van a desarrollarse en medio de una seguidilla de medidas de lucha que lograron instalar el reclamo del subte en la opinión pública. Las medidas (que incluyeron apertura de molinetes (torniquetes), dejando viajar gratis a los pasajeros (sus abonos tienen un número x de viajes, no son indefinidos como en Madrid) e informándolos sobre las reivindicaciones, una masiva movilización al Ministerio de Trabajo de la Nación y una serie de paros escalonados que comenzaron con 2, 3 y 4 horas y finalizaron con la paralización del subte durante todo el día) comenzaron luego de que el Ministerio desoyera la presentación del pedido de legalización.

Subte Buenos Aires Concentración



El año terminó con la firma de un acta que ha posicionado a la AGTSyP en mejores condiciones para continuar la lucha por el reconocimiento gremial. Entre otras cosas porque les permitió obtener una tutela sindical, tanto para los delegados como para los responsables del nuevo sindicato, que paradójicamente el Ministerio no estuvo dispuesto a reconocer. Es decir que, en cuanto a la protección legal, “los trabajadores del Subte lograron que los representantes de la AGTSyP fuesen igualados a aquellos sindicatos que tienen la personalidad jurídica; que en el régimen de la ley de asociaciones profesionales son quienes llevan adelante las negociaciones paritarias por tener la mayor representatividad de los trabajadores”.

De allí que la AGTSyP haya logrado, a partir de entonces, “representar” a los trabajadores ante el gobierno y la empresa. No está de más mencionar que, además, lograron tirar atrás el descuento compulsivo del 1% que la empresa y la UTA (avalados por el gobierno) habían acordado descontar a cada trabajador, para engrosar las arcas de la UTA.

Seguramente, es por todo lo mencionado que la lucha de los trabajadores del Subte, logró captar la atención de gran parte de la opinión pública durante todo el año. Tengamos en cuenta que en el año 2009, con el advenimiento de la crisis financiera internacional, el empresariado buscó saldar sus cuentas a costa del aumento del desempleo y el deterioro de las condiciones laborales. Allí donde las organizaciones gremiales estuvieron firmes (el caso del subte fue uno de ellos), se pudo evitar esta nueva embestida patronal. Este caso, si bien no es una excepción aislada, tampoco puede expresar, ni mucho menos, la realidad del conjunto del movimiento obrero argentino en la actualidad. Cabe mencionar que sólo el 12% de los establecimientos laborales cuenta con delegados. De ahí que en el Subte, la fortaleza del cuerpo de delegados, haya impedido cualquier intento de ajuste que pese sobre las espaldas de los trabajadores: ni despidos, ni suspensiones, ni rebajas salariales.

Tal vez por eso, desde el Subte, se fue desarrollando toda una serie de actividades cotidianas, que casi nunca han salido en los medios masivos de comunicación. Porque entre batalla y batalla, no se dejaron amedrentar por el enemigo de clase, no aceptaron resignadamente la situación de defensiva, sino que fueron aprovechando los momentos calmos para fortalecerse.

Podemos establecer un recorrido a través de las luchas del Subte de la siguiente manera: desde 1974 a 1994; desde 1994 a 2004 y desde esa fecha a la actualidad (escribir sobre el proceso que va desde la fundación del subterráneo, a principios del siglo XX, hasta mediados de la década del 70, llevaría un libro entero).

En el primer período se desarrolla la experiencia de la Coordinadora Interlíneas “Cinco de abril”. El nombre viene de la reivindicación de aquel día de 1975, cuando en el Subte se rebelaron contra la UTA y entraron en conflicto, desafiando las fuerzas policiales, al gobierno y la burocracia sindical. Desde la Coordinadora van a dinamizarse algunos de los paros, aún en plena dictadura (en 1976 y en 1979), desafiando la militarización de las instalaciones. También tienen lugar pequeños gestos de resistencia, como continuar tomando mate, a pesar de la prohibición patronal-militar, o editar un boletín. Varios de sus referentes fueron encarcelados, secuestrados o directamente asesinados por los grupos de tareas de la Triple A primero, o de las fuerzas armadas después.

Desde 1980 a 1983 entra nuevo personal a trabajar al Subte. Algunos de ellos militantes de izquierda. También, por primera vez, ingresan mujeres. Los cálculos patronales fallaron: más que dóciles, como pensaban, se mostraron bien dispuestas a dar peleas gremiales. Se abre así un nuevo proceso, paralelo al militar y al de la burocracia sindical, desde el cual van a impulsarse nuevas instancias organizativas (la comisión de base y la mesa de representantes), desde donde poder dar la pelea por recuperar las seis horas de jornada por insalubridad, que habían sido elevadas a 7 por la Junta Militar (luego del triunfo, durante el gobierno de Alfonsín, las 6 horas van a perderse nuevamente con el Menemato, que irá más lejos que la dictadura, extendiendo la jornada laboral a 8 horas. Finalmente, las 6 horas van a ser recuperadas nuevamente en 2004, tras las luchas encabezadas por los metrodelegados). A mediados de los 80, junto con la lucha por las 6 horas, va a producirse un intento por conformar un sindicato propio, como parte de las batallas contra la burocracia de la UTA, que cuando no estuvo ausente estuvo jugando para el otro bando. Pero la iniciativa no prosperó. Hubo que esperar un cuarto de siglo para que el sueño de un nuevo sindicato se transformase en realidad.

 



En enero de 1994, Metrovías se hizo cargo de la concesión de la única red de subterráneos del país. Más de la mitad del personal fue indemnizado o se fue con el retiro voluntario. Acorde con los nuevos tiempos, la empresa perteneciente al grupo Roggio (que hizo negocios con todos los gobiernos: desde la dictadura militar hasta el actual, pasando por el de Alfonsín, Menem, Duhalde y Néstor Kirchner) tercerizaron (subcontratas) varias de las tareas. Dos años después, viendo que la UTA no había hecho nada ante la privatización, y que no hacía nada ante el nuevo atropello patronal (donde los despidos eran moneda corriente), un grupo de trabajadores comenzó con la organización clandestina de agrupaciones que realizaron publicaciones y pegaron stickers (pegatinas) denunciado la situación en la que trabajaban.

Al año siguiente lograron implementar el primer paro. Desde ese momento hasta hoy, no hubo un año, prácticamente, en que los trabajadores del Subte no libraran una batalla en defensa de sus derechos. Desde conseguir que no se realicen despidos, hasta el nuevo sindicato, pasando por luchas salariales, por mejores condiciones de trabajo y contra la “racionalización” capitalista. En el año 2000, este proceso se expresó en el Cuerpo de Delegados: 12, de los 21 miembros, ya no respondían a la UTA. Desde el inicio del nuevo milenio la lucha cobró un enorme impulso. Veamos algunos ejemplos.

En 2001 lucharon hasta que la empresa retrocedió en su intento de eliminar el puesto de guarda. En 2002 comenzó a instalarse la lucha contra la insalubridad. En 2003 se reconquistaron las 6 horas de trabajo por insalubridad para un sector y al año siguiente esa conquista se generalizó. El 2004 es un año clave, ya que se realizaron medidas de fuerza contra las máquinas expendedoras de boletos que intentó imponer la empresa, pero también contra los acuerdos salariales firmados por la UTA.

Al año siguiente lograron, en un contexto de precarización laboral creciente, que los trabajadores de la empresa subcontratada de limpieza pasaran a convenio: 6 horas, mayores salarios y mejores condiciones laborales. Lograron, asimismo, romper el techo salarial del 19% que la burocracia sindical, el gobierno y la empresa intentaron imponer en las paritarias, conquistando un aumento salarial del 44%, colocando a los trabajadores del Subte entre los mejores pagos del país. También en 2005 se paralizó el Subte en repudio por la presencia en el país del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. En 2006, con piquetes sobre las vías acompañando la huelga, lograron el pase a convenio del resto de los trabajadores de tercerizadas. En 2007 realizaron la campaña de denuncia por los malos servicios de la empresa y la falta de inversión. En 2008 la situación con UTA llegó a su punto de enfrentamiento más alto: el sindicato promovió elecciones fraudulentas. El absentismo de los trabajadores fue mayoritario. Se dieron los primeros pasos para conformar la nueva asociación gremial.

El del subte es uno de los pocos ejemplos en que un sector del movimiento obrero logra resistir la privatización y la precarización, y librar luchas por la estabilidad laboral y mejores condiciones de trabajo. Si esto fue posible ha sido, en gran medida, porque han ido avanzando con pasos (grandes o pequeños) firmes.

 

Aparecido en Contramarcha nº 56


Junio 2011

 

 

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