Andres Ruggieri

 

ENTREVISTA A ANDRÉS RUGGERI


Andrés Ruggeri es antropólogo, profesor y director del Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires, con el que realiza un trabajo continuado de investigación y apoyo respecto de las llamadas Empresas Recuperadas por los Trabajadores (E.R.T.), islotes de autogestión surgidos en Argentina alrededor del gran colapso sufrido por el país sudamericano en torno al año 2001. De hecho, Ruggeri quizás sea uno de los mayores conocedores, en la actualidad, de los problemas y oportunidades reales asociados a la práctica autogestionaria Además, ha viajado por gran parte de América Latina y otros países del llamado Tercer Mundo. Recientemente ha estado en España,  participando como invitado en las jornadas culturales del centenario del sindicato CNT. Con ocasión de dicho viaje, hemos charlado con él:

- El Solidario: Cuéntanos en qué consiste el trabajo que lleváis a cabo en el Programa Facultad Abierta y en el centro de documentación de la imprenta Chilavert.

- Andrés Ruggeri: El Programa Facultad Abierta es un programa de extensión universitaria e investigación que funciona en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires desde marzo de 2002, es decir, a poco tiempo del estallido de la gran crisis de diciembre de 2001 en la Argentina. Se trata de una propuesta de política universitaria que trata de focalizar la producción de conocimiento hacia el apoyo a las luchas y las organizaciones populares en lugar de hacia el desarrollo del consumo académico hegemónico. Desde un principio nos focalizamos en las empresas autogestionadas, las llamadas empresas recuperadas por sus trabajadores (ERT) y desarrollamos entonces acciones de apoyo y solidaridad, investigación, asesoramiento y capacitación. En ese esquema, desde el principio se empezó a desarrollar un archivo sobre la cuestión de las ERT y la autogestión, que desde 2004 se convirtió en el Centro de Documentación que funciona con estudiantes voluntarios en la imprenta Chilavert, una empresa recuperada de Buenos Aires. Decidimos que estuviera en una ERT y no en la Universidad para marcar claramente el criterio de compartir con los trabajadores en sus mismos lugares de trabajo y deslocalizar la investigación desde el espacio académico institucional al espacio de la lucha obrera.

- E S: En el marco de ese trabajo organizáis, cada dos años, las Jornadas sobre la autogestión, “La economía de los trabajadores”, ¿de qué va eso?

- A R: Con el Encuentro Internacional “La economía de los trabajadores” intentamos que la experiencia de la autogestión obrera en la Argentina y la reflexión intelectual sobre el proceso interactúe y discuta con otras experiencias de lucha de los trabajadores y, más en general, con el debate político alrededor de los procesos de disputa frente al capitalismo globalizado en su etapa actual. Después de varios años de trabajo en el tema, creímos necesario dar un salto de calidad en el debate acerca de cuáles son las potencialidades, los límites y los grandes ejes problemáticos sobre las experiencias autogestionarias y también sobre los problemas que los cambios en el capitalismo global generan en las distintas formas de organización de los trabajadores en el mundo, por eso nos propusimos hacer un evento internacional. Dicho de otra manera, la idea es desarrollar un espacio de discusión entre trabajadores e intelectuales sobre los problemas actuales, prácticos y teóricos, del movimiento de los trabajadores en cuanto a las formas de organización frente a la presente etapa capitalista, y hacerlo a nivel internacional pero desde nuestro lugar en el sur del mundo. Hicimos dos encuentros, en 2007 y 2009, que fueron muy interesantes por la calidad del debate generado, la participación de trabajadores y académicos o intelectuales comprometidos con las luchas populares, de unos 15 países de América, Europa, África y Oceanía, desde distintas experiencias y tradiciones políticas. El próximo se hará en México del 9 al 11 de junio de 2011, lo que constituye el primer encuentro que se hará fuera de Argentina. El objetivo es, por un lado, consolidar el espacio del Encuentro y autonomizarlo de una organización en particular, y por otro hacer un aporte a la difícil lucha que se está dando en estos momentos en México en el marco de un gobierno neoliberal y criminal como el de Felipe Calderón.

- E S: También habéis realizado una serie de relevamientos sobre las empresas recuperadas, ¿cómo los hacéis?, ¿qué cosas destacarías del tercer y último relevamiento, cuyo informe ha visto la luz recientemente?

- A R: El primer relevamiento lo hicimos en 2002, cuando las ocupaciones de fábrica eran cotidianas y muy difíciles en medio de la crisis. Era poco el conocimiento sistemático que existía sobre el tema y la intención fue establecer un panorama general del fenómeno. Actualmente publicamos los datos del tercer relevamiento, en donde llegamos a un número de 205 ERT en todo el país, de las cuales entrevistamos en el terreno a 85, con una encuesta muy detallada donde abordamos distintos temas, desde el origen y las características generales de cada caso, las cuestiones productivas, el plantel de los trabajadores, la situación legal, la tecnología existente, la relación con el Estado y los sindicatos, la seguridad social, la organización política y las actividades solidarias, entre los más destacados.

Como dato importante podemos señalar el crecimiento de las ERT, de 161 y 6900 trabajadores en el relevamiento de 2004 a 205 y 9400 en marzo de 2010, lo que señala que, en contraposición a la idea corriente, las empresas recuperadas no se circunscriben al contexto de crisis, sino que esta sirvió para multiplicarlas, hacerlas visibles, organizarlas y mostrarle al resto de los trabajadores que la autogestión es una opción válida, por lo menos para intentar conservar los puestos de trabajo cuando los capitalistas abandonan las empresas. Pero, a diferencia de los anteriores trabajos donde nos concentrábamos más en mostrar las características generales del proceso, en el último empezamos a analizar algunas cuestiones que se relacionan con el análisis de elementos que permitan pensar la autogestión como una dinámica a largo plazo, donde debemos tener en cuenta los desafíos y los problemas que enfrentan los trabajadores y poder sacar conclusiones o enseñanzas que contribuyan a desarrollar mejor la autogestión como concepto teórico y opción política para el resto de los trabajadores, tanto en nuestro país como en otros lugares del mundo. Por supuesto, el informe no siempre se extiende sobre estas consideraciones, sino que brinda datos y análisis sobre el caso argentino pensando en que puedan ser utilizados de esta manera.

- E S: ¿Cómo, grosso modo, funcionan la mayoría de las recuperadas?

- A R: La mayoría de las ERT atravesaron por un proceso conflictivo en que el paso de la gestión capitalista a la autogestión se da en el marco de enormes dificultades, entre las que la precariedad jurídica, la falta de capital inicial y el estado ruinoso de la maquinaria e instalaciones son los más destacables y frecuentes. Esto coloca una serie de condicionamientos que en muchos casos se van resolviendo en forma más o menos precaria y en otros se solucionan mejor. La gran mayoría (95%) adopta la forma de cooperativa de trabajo, por ser la forma legal más conveniente para funcionar de acuerdo a la ley argentina, pero por lo general se mantiene mucho más fuerte la identidad de trabajadores que la de cooperativistas. Esto le da al proceso de gestión características fuertemente colectivas donde el acento en la estructura asamblearia es muy fuerte, no tanto por convicción ideológica, sino como una práctica obrera ante los conflictos que se profundizó en el marco del conflicto que provocó el cierre o la crisis de la empresa. Esto se refleja, entre otras cosas, en que los organismos de gobierno de las cooperativas que surgen de estos procesos son la asamblea de los asociados antes que el consejo de administración, y que los mecanismos de democracia directa tienden a preponderar sobre los representativos. En cuanto a la faceta productiva, la dificultad de conformar el capital inicial influye en algunos casos en que aparece la dependencia de inversores privados o tercerizadoras, aunque esto no es un proceso generalizado, sino un peligro que surge de la dificultad del colectivo para insertarse en el mercado en el que, por lo menos por ahora, debe insertarse sí o sí. En general, es la faceta de la comercialización y no la productiva la que causa más dificultades a los trabajadores. Algunos intentos de relacionar las ERT entre sí en lo productivo se están desarrollando, como la Red Gráfica Cooperativa, que articula empresas del ramo gráfico, pero aun son incipientes. De todos modos, las ERT han sido exitosas en la conservación de los puestos de trabajo e inclusive han logrado ampliar sus planteles, contra todas las previsiones.

-            ES: ¿Qué relación crees que existe entre la emergencia de las recuperadas y el colapso de  Argentina en el 2001?

-            A R: Si bien el proceso empieza antes (las primeras aparecen a fin de los 80 y principios de los 90), asociado al proceso neoliberal que provocó una acelerada desindustrialización del país y pérdida de puestos de trabajo, es la crisis de diciembre de 2001 la que multiplica y hace visible social y políticamente a las ERT. Para esos momentos, los trabajadores tenían claro, por la experiencia social y cotidiana de la desocupación masiva, que la pérdida del empleo había que evitarla a toda costa. Los movimientos de desocupados (“piqueteros”) eran, en ese sentido, un espejo en el que quienes aun tenían trabajo no se querían reflejar. Eso incitaba a la resistencia en el lugar de trabajo y a la atención a las señales de cierre de la fábrica, pues los patrones venían protagonizando una serie importante de quiebras fraudulentas, que es el origen de la mayoría de las recuperadas. Lo que provocó la crisis entre estos trabajadores fue la propagación de la experiencia y el método de lucha, además de generar otras condiciones para las ocupaciones. Con el Estado ocupado en tratar de sobrevivir como tal, con la economía en ruinas y una descomunal y nunca vista movilización social (aunque desmembrada políticamente), muchos trabajadores avanzaron en la ocupación de las fábricas y establecimientos como única forma de intentar recuperar el trabajo. Se empezaron a armar conexiones entre los distintos casos, entre quienes se solidarizaban con ellos y surgió así un apoyo social a las recuperaciones de fábricas que logró fortalecerlos ante la sociedad y los actores políticos. De hecho, entre los años 2001 y 2003 se ubican el 60% de las ERT actualmente existentes.

- E S: ¿La historia de las recuperadas es un camino de rosas, o hay también claroscuros?, ¿qué problemas enfrentan?, ¿por qué unas recuperadas se mantienen en el tiempo y otras no?

- A R: Como en todo proceso histórico real y concreto, existentes claroscuros y contradicciones. El paso de toda una vida de asalariado a ser protagonista (involuntario, por otra parte) de un proceso autogestionario en condiciones críticas, dista mucho de ser un camino de rosas. Entender las difíciles condiciones que atraviesan estos procesos y el hecho de que se trata de trabajadores comunes, sin ninguna particularidad militante y frecuentemente sin ninguna experiencia política o sindical, sirve para valorizar lo conseguido. Pero existen enormes dificultades, tanto a nivel técnico y económico, como político, con una gran fragmentación entre las cooperativas y las organizaciones que las dicen agrupar o representar. Uno de los grandes debates es sobre la incorporación de nuevos trabajadores, punto a nuestro juicio crucial pues en los criterios adoptados se juegan los principios básicos de la autogestión. Existe sobre este punto un debate importante que consiste básicamente, en si la empresa recuperada es capaz de conservar su dinámica colectiva con gente nueva que no pasó por el proceso de lucha e incorporarla en igualdad de condiciones, o hace una diferenciación entre viejos y nuevos trabajadores que puede llevar a los originarios a convertirse en un patrón colectivo.

La precariedad jurídica es otro de los grandes problemas, que por lo general está en la raíz de las ocupaciones que no prosperan. Esta precariedad es lógica si admitimos que el capitalismo no va a regalar fácilmente el principio de la propiedad privada para favorecer que los trabajadores se queden con las empresas que los capitalistas, por una u otra razón, abandonan. Y mucho menos que las desarrollen como empresas de autogestión. Y, por supuesto, está el gran debate y desafío acerca de la supervivencia de empresas autogestionadas en el sistema capitalista, de hasta dónde pueden sobrevivir en las condiciones de mercado existentes sin terminar alterando su principio colectivo de gestión y traicionando la solidaridad de clase.

En cuanto a lo que podríamos llamar la “tasa de fracasos” de las recuperadas, habría que diferenciar entre si consideramos todas las que podrían haber sido recuperadas y no lo fueron, donde esa tasa sería altísima, o si pensamos en las que empezaron a funcionar y debieron cerrar. En este último caso, la tasa de sobrevivencia es asombrosamente alta. Si comparamos nuestro relevamiento de 2004 con el de 2010, encontramos que hay 45 ERT más en el último, pero que en realidad son 67 si contamos que de las 161 de 2004 hay 22 que no llegaron al 2010. Es decir que por 22 que cerraron en ese lapso se conservaron funcionando 139 y se agregaron 67, con 2400 puestos de trabajo nuevos.

- E S: Hay una cuestión interesante que se desprende de vuestros relevamientos: las recuperadas donde la lucha ha sido más ardua (donde ha habido ocupaciones ilegales, intentos de desalojo, etc.) son las que muestran un funcionamiento interno más igualitario, ¿por qué crees que eso es así?

- A R: Como ya dijimos, cuando el conflicto es agudo, se tiende a formar colectivos en base a un funcionamiento asambleario y que se une en el curso de la lucha, donde se crean relaciones interpersonales diferentes entre los trabajadores que, quizá, no se habían relacionado entre sí en la vieja empresa. El colectivo que se forma se fortalece y, teniendo en cuenta que el promedio de duración de las ocupaciones (entre el inicio del conflicto con toma y el comienzo de la producción bajo gestión obrera) es de alrededor de cinco meses, en que los trabajadores se ven en una situación extrema, se forma un espíritu igualitario donde se borran las antiguas jerarquías e incluso, a veces, hasta las representaciones sindicales. En la mayoría de los casos, el colectivo se iguala socialmente, pues los jerárquicos y administrativos se retiran del conflicto, porque están en mejores condiciones de conseguir otro empleo. Los ingresos se empiezan a repartir en forma igualitaria dado la situación de necesidad general y todas estas cosas son difíciles de romper posteriormente. En cambio, cuando la empresa, a pesar de formarse como recuperada y convertirse en cooperativa, atraviesa una transición en que sigue funcionando y los únicos que desaparecen son los patrones, es común que la vieja estructura de jerarquías y responsabilidades se mantenga con poca o ninguna alteración. 

Empresas recuperadas



- E S: ¿Cuál ha sido la influencia de la crisis del 2008 sobre las recuperadas?

- A R: No demasiada debido a que la Argentina no fue uno de los países más afectados. Hubo una nueva ola de ocupaciones de fábricas pero muy pequeña en comparación con la de 2001-2002 que, en realidad, fue provocada por los propios empresarios que quisieron “aprovechar” la crisis para hacer una de sus típicas maniobras de estafa. Si vemos la evolución temporal de los nuevos casos, no se nota diferencia entre la cantidad de ERT nuevas en el período 2005-2007 que desde ese año a la actualidad. El impacto fue mayor en las ERT que están funcionando, porque algunos mercados se cerraron y la actividad económica se retrajo en general, pero sólo algunos meses entre fin de 2008 y mitad de 2009.

- E S: ¿Qué futuro y qué perspectivas tienen las recuperadas?

- A R: Por el momento, las empresas recuperadas argentinas están atravesando un proceso de consolidación y una expansión paulatina pero firme. Los trabajadores han aprendido que tienen una nueva herramienta para enfrentar el cierre patronal, herramienta que constituye al mismo tiempo una alternativa frente al cierre efectivo y una presión hacia el patrón. En los conflictos más agudos y más recientes es habitual que los trabajadores armen su cooperativa por si el desenlace es la pérdida de la fuente de trabajo, aun cuando no lleguen a utilizarla.

En cuanto a las recuperadas en sí, después de varios años de gestión empiezan a aparecer los problemas relacionados con la consolidación de la autogestión como modalidad de los trabajadores a la hora de resolver sus problemas de empleo y, a partir de esa primera necesidad, como una forma de gestión alternativa a la capitalista. Posiblemente, la resolución de problemas de orden jurídico (como la reforma de la ley de quiebras que se está tratando en el Congreso, o los proyectos de ley de trabajo autogestionado, entre otras iniciativas), puede poner a las recuperadas frente al desafío de llevar adelante la autogestión en mejores condiciones y verse obligados, entonces, a demostrar sin condicionamientos que la autogestión puede ser tan o más eficiente que la empresa capitalista.

- E S: Has estado recientemente en España, ¿Cuál crees que puede ser el futuro económico de ese país en los próximos años?,  ¿crees que tiene algún paralelismo con la situación argentina que llevó al colapso del 2001?,  ¿cómo frenó Argentina su carrera hacia el abismo de esos años, si lo hizo?

- A R: No me animo a hacer predicciones a lo Nostradamus, pero hay semejanzas importantes entre la situación económica española y la argentina de fines de los 90. La gran diferencia es la Unión Europea, que puede resultar una fortaleza y una debilidad al mismo tiempo. Las recetas neoliberales usadas por Europa para combatir la crisis, destinadas a salvar a los grandes bancos y a la especulación financiera, son las mismas que fracasaron en la Argentina, pero el dominó de caídas capitalistas, en el caso de darse, sería enormemente mayor que en nuestro país. Por eso mismo, España debe acatar las órdenes de los centros del poder económico y financiero europeo, cuyo principal interés es evitar la debacle continental sin importar demasiado las consecuencias para el pueblo. En ese sentido, la reacción de Zapatero es parecida a la de De la Rúa, sabe que no tiene que hacer lo que hace pero espera poder controlar la situación para no ser él quien tome la medida lógica, por la teme que una sociedad que se acostumbró al consumismo lo va a castigar. En el caso de De la Rúa, eso era la salida de la convertibilidad y la devaluación del peso frente al dólar, en el caso de Zapatero, la salida del euro, que permitiría reacomodar los costos de producción en el país. Evidentemente, es algo que todos los gobiernos en crisis en Europa evitan como la peste, y prefieren entregarse de pies y manos a los bancos antes que salir del euro. En eso, y en que los trabajadores no se atreven aún a salir a resistir masiva y decididamente los planes neoliberales hasta que sea demasiado tarde, la situación es parecida. Sin embargo, quedan muchos cartuchos que quemar antes de llegar a una debacle como la del 2001 argentino.

En el caso de Argentina, la salida de la crisis se hizo con dos o tres medidas muy sencillas, que se pudieron tomar porque la crisis era tan aguda que un gobernante como Néstor Kirchner tenía todas las de perder si no las hacía y mucho que ganar si le salía bien. La primera medida es un tipo de cambio competitivo que favoreciera la exportación y desalentara la importación, lo que hizo viable de nuevo la producción industrial nacional, muchas empresas reabrieron y un gran número de trabajadores empezó a recuperar el trabajo. La segunda, grosso modo, fue echar al FMI. Sin que esto signifique que el gobierno de Néstor Kirchner y ahora el de Cristina Fernández, pretendan algo más que una revitalización capitalista, son medidas que van a contramano de la historia de hegemonía neoliberal y permitieron una notable recuperación económica.

- E S: Por último, sé que has recorrido en bicicleta gran parte de Latinoamérica y otros países de la Periferia, ¿cómo ves el estado del mundo en estos albores del siglo XXI?, ¿hay motivos para la esperanza?

-  A R: Viajar en bicicleta por el llamado Tercer Mundo, o la Periferia, la parte del planeta donde reinan las injusticias y la miseria es una experiencia invalorable. El mundo adquiere una dimensión más concreta y los pueblos de todos estos países, su historia, sus luchas, triunfos y caídas, se referencian en lugares, caras, personas concretas. Creo que hay todavía mucha fuerza popular como para pensar que este sistema de opresión e injusticia no es, ni puede ser, para siempre. Pero al mismo tiempo, las condiciones en que vive gran parte de la humanidad, en América Latina, en África, en Asia, lugares como la India que nos quieren mostrar como una “potencia emergente” cuando es uno de los países de la tierra con mayor miseria e indignidad humana, hacen ver cuanto falta aún y qué enorme responsabilidad tienen las sociedades ricas, que lo son a costa de la pobreza del resto. 

El sistema capitalista es global, eso se ve hasta en los sitios más remotos de África, donde no llega la energía eléctrica y se come lo que se puede y lo que se encuentra pero hay teléfonos celulares. Por lo tanto, la respuesta también debe ser global, y hay que trabajar en ese sentido.

- E S: ¿Quieres añadir algo más?

- A R: Me hiciste hablar bastante, por mi terminamos acá.

- E S: Un abrazo.

 

Aparecido en El Solidario nº 16


Invierno 2011

 

 

 

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