Que todos los días sean nuestro 8 de marzo
Las mujeres somos las que más estamos sufriendo las consecuencias de la crisis, y las más perjudicadas por los ataques del gobierno a los derechos sociales y laborales, que sin duda van a contribuir a aumentar las desigualdades ya existentes.
Estamos hasta los ovarios de que se decida por nosotras, que se nos discrimine por nuestra raza o nacionalidad, de que los gobiernos nos roben nuestros derechos, de que los bancos nos roben nuestro dinero, de que las empresas nos roben nuestro tiempo, de que los sindicatos del poder nos traicionen, de no tener futuro, de no poder decidir sobre nuestras propias vidas, de que se nos invisibilice y se nos silencie, de que se hable por nosotras.
Pero también estamos hasta los ovarios de la brutal opresión, a veces camuflada, otras veces tan explícita como lo es la violencia machista que nos golpea, que es mayor que en ningún otro momento. Es uno de los grandes motivos que hacen urgente comenzar a reconstruir y ampliar las redes de solidaridad, ya que ningún Estado, por muchas leyes que promulgue, logrará parar esta lacra. No podemos delegar en él el cuidado de nuestra vida, el enésimo ejemplo es el terrible asesinato de una mujer a quien no concedieron protección pese a haber denunciado y tener su asesino una orden de alejamiento, por considerar que el riesgo no era suficientemente alto.
Es fundamental reaccionar y responder a la violencia constante, no sólo sufrirla y delegar en estados e instituciones y mucho menos ignorarla. Es el momento de gritar muy alto, de salir todas juntas a las calles para decir que se acabó, que nos hemos cansado de esperar, es el momento de pasar a la acción.
¡¡VIVA LA LUCHA DE LAS MUJERES!