Cada día que pasa se hace más evidente que se producirá el colapso del sistema capitalista actual en un corto periodo de tiempo (10 a 20 años).
El rebase del pico del petróleo (punto en el cual las reservas de petróleo empiezan a ser menores de las ya extraídas) es un hecho y con ello el fin de la energía barata, lo mismo ocurre con el gas y otro tanto con el carbón, del que depende casi el 50% de la energía eléctrica del mundo actual. Cada día el mundo despilfarra 86 millones de barriles de petróleo (la producción de Libia a pleno rendimiento es de 1,6 Mb/d), lo que acerca el final de las existencias a marchas forzadas.
El acercamiento al fin de las energías fósiles hará colapsar el sistema actual y nadie en ningún lugar del mundo nos está preparando para ello. Ni gobiernos, ni administraciones, ni medios de comunicación, ni organizaciones obreras, etc.
Nadie lo va a hacer por nosotros, los trabajadores tenemos que asumir esta responsabilidad. Los defensores del sistema capitalista (y entre ellos, además de los gobiernos, ejércitos, administraciones, etc, podéis incluir a CCOOO-UGT, partidos políticos, medios de comunicación…) van a hacer cualquier cosa, incluida la guerra, para salvar el sistema, antes que reconocer su fracaso total y prepararnos para afrontar otro sistema social acorde a las necesidades de todos y de acuerdo con las posibilidades reales del planeta.
Van a seguir negando la evidencia, inventando enemigos exteriores y cuando éstos se agoten o fallen, enemigos interiores (los trabajadores que luchen, sin duda), pero para nada van a asumir y afrontar el desastre que se avecina.
Debemos de tomarnos en serio esta tarea, darle la prioridad máxima y asumir de partida que nadie lo va a hacer por nosotros.
En el sistema actual todo está basado en la energía barata (petróleo, gas y carbón que el planeta tardó millones de años en producir). La dependencia de ella es total para surtir de alimentos y servicios a una población desmesurada (7000 millones). Se mueven alimentos desde cualquier parte del mundo por avión, barco y camión, alimentos que se consiguen gracias a la agro-industria que han implantado en gran parte del planeta gracias a fertilizantes, herbicidas etc. extraídos también del petróleo.
Las redes locales existentes hasta mediados del siglo XX que abastecían de casi todo lo necesario a su población han desaparecido en todo el primer mundo y hoy no podrían abastecer las megalópolis en que se han convertido nuestras ciudades.
Se han cambiado las mejores tierras de cultivo por urbanizaciones de chalets que no sirven para nada. Hoy es impensable que Madrid pudiera depender de lo producido en la huerta de Aranjuez, de la leche de Colmenar Viejo, etc. Esto será un problema real que tendremos que abordar, queramos o no, en la próxima década, cuando no se pueda continuar derrochando unas energías tan preciadas e irrepetibles como las energías fósiles.
En este número del Contramarcha hablamos en dos ocasiones de ello, la primera con motivo del fallecimiento del compañero Ramón F. Durán de Ecologistas en Acción de quien publicamos su carta de despedida y que nos deja en herencia sus preciados libros y la segunda precisamente cuando hablamos sobre el último libro publicado por Solidaridad Obrera, “EL CALIDOSCOPIO. EL ÚLTIMO CICLO ECONÓMICO”, del compañero David Ripoll que ya está en las librerías a disposición de todos (www.lamalatesta.net) y que recomienda Pedro Prieto, otro buen experto en este árido tema.