El Convenio Colectivo, el ERE y un futuro sin Solidaridad Obrera
En verano del año 2012, la Comunidad de Madrid, aplicando el infame decreto 20/2012, nos robó parte de nuestro salario a los y las trabajadoras de Metro. Esto desató una convulsa relación laboral la segunda mitad del año, plagada de movilizaciones y huelgas, con una crispación creciente en los puestos de trabajo, algo que se reflejó de pleno en los inicios de las conversaciones para la negociación de un nuevo convenio que debía sustituir al entonces vigente y que terminaba con el año 2012.
Las negociaciones del nuevo convenio no sólo venían influenciadas por un contexto de crisis, convulsión social, protestas sociales y, sobre todo, por recortes en todo lo público, desde la educación hasta la sanidad, pasando por el transporte, por la justicia, etc… los pilares de la sociedad del “bienestar” se iban recortando, dando paso a la gestión privada, los nuevos negocios del neocapitalismo imperante, ante la pasividad de los “sindicatos con implantación nacional” (más tarde se conocería el precio de esa pasividad: tarjetas black, eres fraudulentos, falsos cursos de formación, etc. etc.). Sino que una reforma laboral de “destrucción masiva” de los derechos y condiciones de los y las trabajadoras de este país, les daba alas a los “gestores” de Metro para lanzar una andanada contra la línea de flotación de los salarios, la estabilidad laboral y la solidez de nuestras condiciones laborales.
A esto se une la sensación de derrota y resignación a la que, desde los sindicatos se había llevado a los y las trabajadoras de Metro las huelgas y movilizaciones para protestar contra el atraco a nuestras nóminas. La división en el seno de los sindicatos era muy acentuada, y el SCMM hizo una demostración de fuerza al convocar al margen de la Asamblea General y del resto de fuerzas sindicales unas movilizaciones en solitario que podían suponer la puntilla a la situación, y cualquier foco de resistencia de futuro.
En estas condiciones se iniciaron las negociaciones del nuevo Convenio Colectivo, al que los sindicatos acudimos con una plataforma de convenio realizada de forma tardía, sin mucho sentido, en la que cada sindicato intentó imponer su criterio, su petición y su propuesta, por muy descabelladas y fuera de lugar que estuviera. En aras de no romper la unidad de acción, se aprobó por mayoría que la plataforma de Convenio de los Trabajadores recogería todas las propuestas de los sindicatos.
Solidaridad Obrera, tal y como había aprobado en su asamblea, siendo realista y consciente de la situación en la que nos encontrábamos, basó toda su plataforma en conseguir mejoras a nivel social, beneficios que creíamos más accesibles y necesarios, sabiendo que los aumentos salariales no tenían visos de verse cumplidos. También abogamos por un convenio corto, de un máximo de dos años. La plataforma conjunta se llevó a una Asamblea General en la que, sin poder valorarla en profundidad, y sin ser publicada con anterioridad, fue aprobada. Así nos presentamos en la mesa de negociación, con una plataforma de convenio que era, más bien, una carta a Papá Noël.
La realidad nos dio en las narices cuando la Dirección de Metro nos presentó la suya, disminución de salarios, disminución de plantilla, modificación de condiciones laborales, eliminación de paps, disminución de permisos retribuidos, modificación de vacaciones, ampliación de horarios, diferentes salarios en la misma categorías, movilidad funcional completa, etc… otra carta, pero al Grinch…
Las negociaciones se tornaron duras, largas y con pocos o nulos avances, la posición de la Dirección era inamovible y las negociaciones encallaban siempre en el mismo sitio, la Dirección exigía una disminución de un 10% del gasto salarial y la eliminación del excedente de personal, dando a entender que eran propuestas complementarias, aunque pudieran ser alternativas.
En Solidaridad Obrera analizamos la situación y, sabiendo que la decisión que tomamos iba a ser utilizada como arma arrojadiza contra nosotros, lejos de perdernos en falsas demagogias o en lecciones de cínico idealismo, asumimos la responsabilidad de lograr lo mejor para los trabajadores y las trabajadoras de Metro, no se trataba de elegir entre pelear contra un ERE y mantener los puestos de trabajo, se trataba de elegir entre un ERE salvaje o un ERE voluntario, no había opciones intermedias ni otras distintas. Los afiliados de Solidaridad Obrera decidimos en asamblea que debíamos intentar lograr lo mejor para el conjunto de los trabajadores, mantenernos en la mesa de negociación hasta el final o hasta que nuestras condiciones se vieran rebasadas. Con la decisión tomada en nuestra asamblea nos dirigimos al resto de sindicatos para marcarles nuestras condiciones: ni un céntimo de reducción salarial, ni una sola baja forzada, mantener las condiciones laborales de todos los trabajadores, ningún contrato de trabajo que sea indefinido a tiempo completo (excepto los que la ley impone por la jubilación parcial, pero para convertirlos en indefinidos a su extinción). Estas fueron las líneas rojas que luego se aprobaron en Asamblea de Trabajadores, marcándolas como líneas irrebasables de la negociación, y que sirvió como base de los acuerdos, tanto del ERE, como del Convenio. Solidaridad Obrera impuso un criterio más a la negociación, que todos los sindicatos debían firmarlo, era una forma de forzar a negociar o evitar rupturas o “pactos de eficacia”, tan en boga en convenios años a…
También es destacable el trabajo de la representación de Solidaridad Obrera en ambas mesas desmontando las argucias legales empleadas por la representación de la Dirección en su intento de imponer sus posturas.
En las negociaciones del ERE se consiguieron las mejores condiciones posibles para aquellos que se acogieran a él cumpliendo el requisito de la edad, ya que, Solidaridad Obrera ya había tragado mucho entrando en la negociación, como para permitir que se perdieran más puestos de trabajo que los necesarios, a pesar de los intentos de UGT de ampliar el espectro de edad para acogerse. Las indemnización incluye todos los conceptos salariales, siendo la pérdida salarial de un 10% máximo en estos trabajadores, y la garantía de percibir la indemnización el patrimonio de Metro avalado por la Comunidad de Madrid.
En el Convenio Colectivo, lo fundamental era que, la disminución de personal afectara lo menos posible a los trabajadores, y que, bajo ningún concepto supusiera una modificación de las condiciones laborales. A esto se añadió la consecución de mejoras en los permisos retribuidos, el mantenimiento de todos los PAPs, la eliminación de los contratos a tiempo parcial (excepto los que han decidido continuar con él), la creación de los grupos profesionales, pero con unos límites suficientes para garantizar una movilidad funcional igual o menor que la que hasta ahora teníamos. Solidaridad Obrera ha participado activamente en su elaboración y redacción, y ha sido pieza fundamental para frenar lo que venía, para valorarlo en su dimensión sólo hay que compararlo con la primera plataforma que la Dirección puso sobre la mesa de negociación…
Por cierto, Solidaridad Obrera impuso una última condición para firmar ambos acuerdos, la retirada de la demanda de cantidades que Metro había presentado contra los componentes del Comité de Huelga de las huelgas del 29 y 30 de junio de 2010. Algo que todos los sindicatos pusieron como condición irrenunciable para firmar (logrado mantener las líneas rojas) aunque alguno, el SCMM, antepuso el cambio de nomenclatura de su categoría a esta retirada…en fin.
El futuro sin que esté Solidaridad Obrera en las mesas de negociación, o en la de la Comisión de Seguimiento (donde se puede reeditar el Convenio Colectivo y modificarlo al antojo de los que allí estén) es el de la desinformación, el de la negociación a oscuras, de las reuniones secretas, de los pagos de prebendas, el del silencio de la voz de las Asambleas Generales, la manipulación, la tergiversación y la defensa de los intereses particulares o sectarios por encima de los intereses del conjunto. Solidaridad Obrera ha demostrado que sabe asumir los retos, ha demostrado que los trabajadores tienen quien les defienda aunque no estén afiliados, que las Asambleas son quienes dirigen las negociaciones, que su decisión llega a la mesa de negociación.
Recuerda que en Solidaridad Obrera deciden sus afiliados en asambleas abiertas a todos ellos, que no existen comités ejecutivos, ni cargos con voto de calidad, ni órganos externos que impongan decisiones, que vivimos los problemas de nuestros puestos de trabajo porque los delgados se liberan por quincenas y acuden a su puesto de trabajo de forma asidua y periódica, que no tenemos que rendir cuentas a nadie ya que nos financiamos única y exclusivamente con las cuotas de nuestros afiliados, que sabemos que los problemas de la sociedad son los nuestros y por eso participamos activamente en muchas movilizaciones y protestas en defensa de los intereses de los trabajadores en todos los ámbitos, que defendemos lo público desde siempre (no sólo cuando gobierna el PP), etc. etc.