La importancia de que Solidaridad Obrera siga en el Comité de Empresa
Solidaridad Obrera ha sido pieza fundamental en los acontecimientos vividos en los últimos años en Metro. Cabe recordar que, el Convenio que se firmó en 2009 para los años 2009, 2010, 2011 y 2012 fue catalogado en su momento como el mejor firmado jamás en Metro, reconocimiento que llegó desde empresas externas a Metro. Sucesos posteriores y la culminación de las políticas de despojo de derechos a los trabajadores, hicieron que la negociación colectiva se quedara en una quimera, algo que ya no servía para reclamar lo que allí se había acordado, dando entrada a leyes y decretos que mutilan y menoscaban los convenios.
Este tsunami contra los trabajadores y sus derechos abren la posibilidad de incumplir convenios de forma flagrante. Recordemos que las huelgas (“salvajes”, término acuñado por los legisladores para definir la que en tiempos fue una huelga de verdad) de los días 29 y 30 de 2010, son consecuencia de la aplicación en Metro de un decreto que la Comunidad de Madrid, siguiendo los pasos del Gobierno Central de Zapatero, nos aplicó una disminución el 5% en nuestras retribuciones, por imposición directa y sin negociación alguna, y lo que es peor, vulnerando el Convenio Colectivo. Para Solidaridad Obrera, el mal cierre de aquel conflicto, arrastra sus consecuencias hasta hoy. Solidaridad Obrera participó hasta casi el final en la negociación, pero no firmó el acuerdo, ya que lo consideramos negativo para los trabajadores, algo en lo que el tiempo nos ha dado la razón. Otra de las heridas no cerradas de aquel conflicto, fue la sanción a los miembros del Comité de Huelga, los dos representantes de Solidaridad Obrera en aquel Comité han sido sancionados, cumpliendo la sanción recientemente, cuando el resto de miembros nunca cumplieron sanción alguna (hay una excepción, pero fue de cara a la galería y estrategia sindical, aunque por motivos internos de su ex-sindicato se ha visto cumpliendo la sanción). Tampoco se cerró entonces la reclamación de más de 4,7 millones de euros a los convocantes de la huelga (miembros del comité de huelga), que tendrían que responder, con su patrimonio, en caso de ser estimada la demanda por los juzgados, algo muy factible en estos tiempos.
A partir de aquí, llegan los incumplimientos de las subidas salariales de los años 2011 y 2012, el robo, otra vez vía decreto, de la treceava parte de nuestro salario (eso que algunos llamaban sustracción de una paga), etc. etc. Estos incumplimientos supusieron la realización de movilizaciones y paros en Metro. Aquellas movilizaciones sirvieron para mostrar la enorme brecha que separa a unos sindicatos de otros. Solidaridad Obrera siempre mantuvo la misma posición, abogando por unas movilizaciones más contundentes, pero el fantasma del mal cierre del conflicto de junio de 2010 frenaba cualquier intento en este sentido, a pesar que un número importante de trabajadores estaba dispuesto a volver a pelear por lograrlo. Prueba de ello fue la cada vez menor asistencia a las Asambleas Generales. Solidaridad Obrera siempre presentó propuestas combativas, intentando avivar la lucha y marcarnos el objetivo de tumbar, mediante la lucha obrera las agresiones a que nos sometían desde todos los frentes, sobre todo, tras la aprobación de la última reforma laboral, que barrió del todo los derechos de los trabajadores junto a la negociación colectiva. Eso sí, Solidaridad Obrera siempre respetó lo decidido en las Asambleas, tragó con estrategias alejadas de nuestra posición natural en aras de la unidad de los trabajadores. Otros sindicatos imponían el criterio de sus afiliados, rompiendo la unidad de lucha, no aceptando la decisión de la Asamblea y agrietando la endeble unidad sindical que existe en Metro, esto unido a la estrategia de “judicializar” todo, nos ha llevado a la situación actual, no hemos recibido lo pactado salarialmente para los años 2011 y 2012, en el Convenio Colectivo, inundar a los trabajadores con un manto de pesimismo para luchar por las cosas y una sensación de desconexión entre los sindicatos y los trabajadores.
En esta situación llegamos a los albores de 2013, y la negociación de un nuevo Convenio Colectivo, partiendo la Dirección de Metro de una reducción salarial del 10% y una disminución de los “excedentes” de la plantilla. Los sindicatos de Metro elaboran una carta a los Reyes Magos como plataforma de Convenio, con peticiones muy alejadas de la realidad de la situación social que nos rodea. Solidaridad Obrera intentó volcar las propuestas hacia la consecución de mejoras sociales, sin incidir mucho en los logros económicos, y por supuesto, se marcó unas líneas rojas que bajo ningún concepto se podían rebasar, unas líneas rojas que fueron luego aprobadas en las Asambleas y que marcaron la estrategia de la negociación de la parte social: ningún despido involuntario, ni un céntimo de disminución salarial, ninguna modificación en las condiciones de trabajo. Era la primera vez en la historia de Metro que teníamos que luchar por no perder y no por ganar.
Estas líneas rojas se llevaron a la mesa de negociación, una mesa de negociación en la que los representantes de la Dirección de Metro eran meros comparsas, sin poder de decisión alguno, que se limitaban a apuntar las propuestas de los trabajadores y a transmitirlas a “sus mayores” como ellos mismos les llamaban, al tiempo que iban exponiendo los mandatos recibidos por ellos. El poder de las decisiones se encontraba en algún despacho de la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid, al tiempo que se lanzaba una campaña mediática desde todos los ángulos intentando que en la opinión pública calase la idea que los y las trabajadoras de Metro éramos “unos privilegiados, que no querían realizar ningún sacrificio dada la situación laboral social que se estaba viviendo”… La Dirección también tenía sus líneas rojas, disminuir de su gasto en salarios un 10% al menos, y para ello valía cualquier medio, desde un despido masivo e indiscriminado de trabajadores hasta una reducción drástica de sus salarios, y presentó una plataforma de convenio devastadora para todos. También, por primera vez en la historia de los Convenios de Metro, la Dirección contrató asesores externos como integrantes de su equipo de negociación.
Los sindicatos con mayor peso en el Comité de Empresa y, por lo tanto, en la mesa de negociación, se mostraron titubeantes ante esta nueva estrategia de negociación, sin atreverse a romper las negociaciones, ni llevar unas movilizaciones contundentes de paros.
Ante la gravedad de la situación, y la falta de asunción de responsabilidades de algún sindicato mayoritario “y con implantación nacional”, Solidaridad Obrera, tras consultar con sus afiliados y decidirlo en su Asamblea, decidió entrar a negociar, siempre para minimizar los daños, y para ser garante que las líneas rojas no se rebasarían, o de los contrario se levantaría de la mesa de negociación. En primer lugar, se decidió separar la negociación del Convenio Colectivo de la de un ERE, aunque al final debían formar un todo, y no existiría acuerdo en lo uno sin lo otro. Por otra parte, Solidaridad Obrera, tras estudiar las leyes y las normas sobre EREs, arrancó el compromiso que para que se diera en Metro un ERE, debería ser firmado por la totalidad de los negociadores, de esto servía para que desde la representación de los trabajadores se pudieran imponer condiciones, y por ende, buscar las mejores condiciones posibles para aquellos trabajadores y trabajadoras que se acogieran voluntariamente al mismo.
Poco a poco se fue dando forma al ERE, se empezó por limitar la edad, poniéndose Solidaridad Obrera un objetivo fundamental, una vez conseguido garantizar que las líneas rojas no se rebasaban, que el número de puestos de trabajo que se perdieran fuera el menor posible, por eso marcamos un límite de edad para lograr las mejores condiciones, los 58 años cumplidos a 1 de enero de 2013, penalizando en la indemnización a aquellos que no cumplieran este requisito, ya que la ley no permite prohibir al resto de trabajadores acogerse al mismo. Después había que lograr una indemnización que no mermara económicamente a los que se acogieran cumpliendo la edad, algo que también se logró, integrando en el cálculo de la indemnización todos los complementos salariales de cada trabajador. En todo esto, Solidaridad Obrera jugó un papel fundamental, tanto en la redacción de la mayoría de las clausulas, como en la eliminación de muchas posibles trampas, así como de arrancar una garantía suficiente e la Dirección del buen término del mismo. Desde otros sindicatos se hicieron intentos por abrir a más trabajadores la posibilidad de acogerse en las condiciones más favorables, pero Solidaridad Obrera se negó en rotundo. También se integraron en el ERE las medidas acordadas para paliar sus efectos, siendo medidas provisionales y limitados en el tiempo.
Ahora, tocaba cerrar el Convenio Colectivo, y en él, lo fundamental era que el ERE no lo sufrieran los trabajadores y trabajadoras que seguiríamos trabajando en Metro. Para ello era básico que no se modificaran condiciones de trabajo y, por supuesto, que no se rebajara un solo céntimo de los salarios. Todos estos objetivos se consiguieron, más allá de que, todos hayamos sufrido la falta de personal que supuso el ERE, pero nadie ha visto modificadas sus condiciones laborales, y además, se han conquistado determinadas mejoras sociales, ampliando y mejorando los permisos retribuidos, se ha creado un nuevo concepto de abono por desplazamiento, se consiguió introducir una subida salarial (cuasi testimonial, el 0,6 de la masa salarial) con la que se rompe la tendencia de reducción salarial imperante en la sociedad y, en Metro la congelación de los últimos años…
El ERE de Metro de Madrid es ejemplo en muchas empresas a nivel nacional, y motivo de estudio de Derecho Laboral en algunas universidades. Y el Convenio Colectivo, viéndolo de forma individual es quizás el peor firmado en Metro, si lo valoramos en su contexto y desde donde se partía en sui negociación, creemos sinceramente que ha sido un logro, un éxito, y que si Solidaridad Obrera no hubiera estado presente en loa mesa de negociación de ambos, los resultados hubieran sido muy distintos, sólo con ver los ejemplos de EREs realizados fuera de Metro (Coca Cola, Panrico, etc. etc.) nos damos cuenta de lo logrado en Metro, y en aquellos EREs también negociaron los sindicatos con “implantación nacional”… Esto da una idea lo suficientemente gráfica de la diferencia de que Solidaridad Obrera esté en la mesa de negociación o no. Solidaridad Obrera garantiza, por un lado, no sólo que las propuestas y decisiones de las Asambleas lleguen a las mesas de negociación, que van a ser defendidas en las mismas, que los trabajadores y las trabajadoras de Metro recibirán la información veraz y completa de lo que ocurre en cualquier mesa de negociación y/o decisión, sino porque con nuestra presencia, se acaban los juegos de salón, se frenan las negociaciones paralelas, se acaba el mercadeo de favores o prebendas, se fortalece la postura de los trabajadores.
Por otro lado, garantiza que no habrá injerencias ni directrices externas a los trabajadores, que no decidan ejecutivas nacionales o asambleas sectoriales, que se defenderá siempre a los y las trabajadoras de Metro, por el hecho de serlo, porque creemos que los únicos que defienden a los trabajadores y las trabajadoras son los propios trabajadores y trabajadoras, y que si se tienen que equivocar que se equivoquen ellos, no hace falta que nadie venga a equivocarnos.