UN DELGADO RICTUS DE VOLTERIANA SORNA
Discutir con pasión de la rodilla de un futbolista o del muslo herido de un matador de toros. Toros ellos mismos, o ni siquiera eso, mansos felices que hablan con arrogancia de lo permitido, y se permiten condenar lo condenado, triste rebaño de bueyes sin cencerro, pasto de aprovechados y de hipócritas.
Juan Goytisolo:
Señas de identidad
Fascinados como polillas por la luz, aquellos que se sienten atraídos por el resplandor del poder del Comité de Empresa, no dudan en reinventarnos, cada vez, supuestas organizaciones que según ellos van a ser “la solución final” a todos los problemas que afligen a la desdichada clase obrera; lo cual en el fondo no deja de ser mas que un disparate tonto, aunque muy útil (para el sistema y para ellos, claro). Pero a poco que nos fijemos veremos que tan solo se trata de unos loros ceremoniosos, cigarras absortas o urracas ennoblecidas. Unos simples primates beta con ansia de ser alfas que dicen tonterías sin parar aunque para nuestra desgracia éstas se extienden, hacen metástasis.
Nuevos “sindicatos” (o eso dicen) que pretenden alcanzar la representación de los trabajadores. En unos casos con la única intención de vivir de la poltrona (sindicalisto hay que, como una prima donna, ha habitado o fundado y capitaneado hasta cuatro sindicatos en Metro, con tal de no apartarse del sol que más calienta), y en otros (seres prendados de su ombligo), con la creencia de que ellos sí que van a poder con la dirección, pues ellos sí que son hábiles negociantes, donde va a parar. Pero eso sí, presumiendo también de ser personas legales y decorosas, y actuando según las reglas en el cielo de lo instituido, lo permitido y lo tolerado. Aunque sin darse cuenta que quien respeta la legalidad no puede actuar contra el sistema. Vive en él.
Intentar cambiar aquello que nos rodea, implica transgredir lo instituido, atentar contra determinados intereses, desestabilizar instituciones y luchar contra la dictadura de la “democracia” “burresa”, y la corrección política.
A estos nuevos y a los antiguos que a lo largo de los años solo han sido pilares del sistema capitalista y de la empresa hay que enviarlos a tomar por el codo. Escucharles con un delgado rictus de volteriana sorna y no creerse más sus melindres, sus cacareos y sus gestos. Pues si tienen algún nombre, ese es traidores.
Solidaridad Obrera tiene la obligación de caminar en equilibrio sobre el filo de la trasgresión, entre lo tolerado y lo prohibido, entre lo legal y lo alegal, para así poder subvertir el orden instituido y hacer que la clase trabajadora de Metro vuelva a recuperar el protagonismo de lucha que le corresponde.
Solo devolviendo la voz y la capacidad de decisión a la clase obrera podrá salirse de éste marasmo estéril.
Y si no es así, ¿acaso no será que son felices?
Si no te gusta como están las cosas, lucha y apoya a Solidaridad Obrera.
Crescencio Carretero
Ex Técnico de Línea