Estoy descansando al lado de un rio. De repente oigo un grito de auxilio, alguien se ahoga, me tiro al agua, nado, lo rescato, le hago el boca a boca. Al rato oigo otro grito, de nuevo me tiro al rio y lo rescato. Uno tras otro, así toda la tarde. El problema es que no tengo tiempo de subir rio arriba para ver quien está empujando a estas personas al agua. Irving Kenneth Zola.

Pero se han cometido muchos y graves errores:

– Se dio por supuesto que la propagación de la epidemia en China, no tenía por qué seguir el mismo comportamiento en nuestro país.

– Habiendo traspasado la epidemia las fronteras de China, y con un país próximo afectado, no nos planteamos un escenario similar. No organizamos los recursos materiales y humanos. No vimos las necesidades posibles ni fuimos organizando los circuitos de compra. Porque si no tienes material para la fase de inicio, inevitablemente la situación va a empeorar. No hemos sabido observar ni aprende de los errores y logros de la experiencia de otros.

– Se tendrían que haber hecho muchas, muchísimas más pruebas desde el inicio. Para dimensionar, detectar los positivos y aislarlos a ellos y a sus contactos de manera adecuada.

-Se ha hecho la promoción de las medidas de higiene, sin embargo no hay material de protección en los centros sanitarios… Nunca se debieron facilitar aglomeraciones cuando se estaba “valorando la posibilidad de subir el nivel de las medidas para pasar de una fase de contención a una de mitigación”. Ningún tipo de aglomeración. Y se tardó en aplicar el distanciamiento social.

– No se ha aplicado el principio de precaución. Cuando las medidas de protección de la salud pública se toman en plena crisis, ya no es precaución ni prevención. Es necesidad y urgencia.

– Ha fallado lo fundamental en el control de epidemias, la preparación y la respuesta rápida para lo que podía venir. Esta tragedia, ha puesto de manifiesto «que aquella sanidad que era una de las mejores del mundo», ha transmutado en un caos, gracias a la privatización y los recortes materiales y humanos de los últimos 15 años.

También ha puesto en evidencia la fragilidad de nuestra organización, la red de incompetencia que sostiene los organigramas con cargos y puestos políticos, en los que los designados a dedo han llegado a su nivel máximo de incapacidad. Cuando se da una circunstancia excepcional como es esta, salen a flote las taras y a pesar de la buena intención y el trabajo duro de los que están en primera fila, las decisiones llegan tarde, confusas, descoordinadas y por tanto, resultan ineficaces.

En lugar de aplicar la política de cortafuegos que requiere una epidemia, vamos por detrás, apagando los incendios que nos consumen los recursos y nos limitan las intervenciones de control y cerco para evitar nuevos contagios…

Los sistemas de registro son poco útiles o inexistentes, con cambios continuos de criterio que muestran la falta de criterio unificado y de trabajo organizado y conjunto. Los niveles asistenciales no están coordinados, no hay comunicación, no hay información, y cada uno se articula en un «salvase quien pueda», en el que los únicos que tienen asegurados test con prontitud son los políticos, los ricos, la corona y sus allegados. Los criterios para realización de test son cada vez más restrictivos. Siguen sin usarse prioritariamente para los que están en primera línea y los más débiles: sanitarios y ancianos.

Y nos venden y comparan la construcción de hospitales en China, dotados de recursos humanos y materiales, con el hospital de guerra del IFEMA. Allí donde decenas de sanitarios esperan hacinados, facilitando el contagio, para poder luchar contra el Covid-19 y contra la descoordinación e inoperancia de los «organizadores».

La situación es crítica y en estas circunstancias no nos queda otra que soportar, pelear y resistir. Pero vamos a pagar un precio terrible, y no debe «caer en saco roto» el que todo se haya hecho tan mal, sea a nivel estatal o autonómico. Saldremos y no será por la dirección de los de arriba, sino por el trabajo, el sudor y las lágrimas de dolor e impotencia de las de abajo.

Cuando esto acabe, todos a la calle para una movilización continuada y contundente. Hay responsables.

¡¡ NUNCA MÁS MUERTOS EVITABLES !!

La privatización mata. Derogación de la Ley 15/97 y rescate de todo lo privatizado.  Por una industria sanitaria pública.  Nacionalización de la sanidad privada.  Sanidad para todos. CAS, Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad, 30-03-2020

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