Políticos que decidísteis lo contrario de lo que hay que hacer en una pandemia. Y que gestionásteis mal y tarde. Y que nos dejásteis desprotegidos.
Gestores cuyo único interés fue que no se desbordasen los hospitales. Y no, atajar la pandemia antes de que se extendiera en los barrios y pueblos.
Responsables de Atención Primaria, que no supísteis proteger, pero tampoco aprovechar ni hacer valer la importancia de los centros de salud en la contención de la epidemia.
Supervisoras que habéis mantenido EPIs y mascarillas bajo llave, dándolos a cuentagotas.
Preventivistas que no supisteis organizar, delegar y prevenir.
Tribunal Supremo que nos disteis una de cal, diciendo que no era nuestro derecho disponer de EPIs para tratar a los pacientes. Y hasta los 38 días de exposición, no tocó la de arena, para exigir al gobierno que nos dote de protección.
Tribunal Constitucional, que habéis prohibido manifestaciones simbólicas el 1 de mayo. Pero permitís que nos contagiemos por falta de EPIs y seamos el país que mayor número de sanitarios contagiados tiene.
Gobierno, que mientras nos confinábais, permitíais a las grandes industrias seguir produciendo, aunque no todas fabricaran productos necesarios.
Sindicatos subvencionados y plataformas que decís defender la “sanidad pública” y habéis guardado silencio sobre las causas del colapso del sistema sanitario durante esta crisis.
Empresas privadas que habéis puesto vuestros intereses económicos por encima de la salud de los enfermos.
UME que habéis entrado en residencias de ancianos a costa de denuncias judiciales.
“Expertos”, que desde vuestros cómodos sillones, elaboráis protocolos que modificáis al día siguiente en función de lo que os piden los jefes. Las epidemias se ganan sobre el terreno, no en los despachos, y se ganan con lo que se hace en los primeros momentos.
Burocracia estatal que habéis impedido utilizar termocicladores de universidades y centros de investigación, cuando más necesitábamos hacer test PCR.
Burocracias autonómicas que habéis impedido a médicos jubilados echar una mano.
Epidemiólogos de alta alcurnia, que creíais que el virus solo atacaba a los de ojos rasgados y no previsteis nada.
Vecinos que nos amenazabais al saber que éramos sanitarios.
Policías que os habéis sobrepasado en aras del supuesto interés de la salud pública. Pero que os mantenéis ciegos frente a multitud de peligros diarios para la salud colectiva, ante los que no actuáis.
Científicos e investigadores que, en lugar de colaborar, lucháis y competís entre vosotros, por una vacuna que luego nos venderá Big Pharma.
Imbéciles, que mientras otros luchan y arriesgan su salud contra la pandemia, no respetáis las normas básicas de confinamiento/distancia social, poniéndonos en peligro a todos.
Mientras, en barrios y pueblos, ante la inacción del Estado, se organizaron grupos de ayuda mutua, otros para fabricar artesanales equipos de protección, o para que a nadie le faltara comida, o para cubrir las necesidades para los que no podían valerse por sí mismos, o para apoyar a los centros sanitarios….etc.
Y en muchos hospitales y centros de salud, ante la parálisis de la administración sanitaria, los trabajadorxs se organizaron al margen de las direcciones sin esperar directrices, para aplicar medidas de contención en los centros de salud, para coordinar las camas disponibles entre hospitales, para intercambiarse información……en jornadas laborales muchas veces infinitas.
Esta crisis ha servido para conocer el verdadero valor de aquellos trabajos hasta ahora invisibles, pero indispensables. Muchas veces mal remunerados, y algunos de ellos infravalorados socialmente: limpieza, alimentación, transporte, bomberos, recogida de residuos, etc… Y ha dejado en evidencia, los que David Graeber denomina “trabajos de mierda”, absolutamente innecesarios y que no aportan nada a las necesidades básicas de la población.