Hace un año que nos dejaste huérfanos de tu entusiasmo, tus ganas y tu esfuerzo. Nos enseñaste a no volver
la cara nunca, a mantener la mirada firme y actuar siempre con decisión. A disimular el miedo y que la lucha es el
único camino que nos queda a quienes queremos mejorar este mundo. Que no existe ninguna conquista sin pelea y
en ocasiones ni así. Pero la rendición nunca es una opción.
Los trabajadores y trabajadoras, en particular los del Metro, estamos en deuda contigo. Siempre sembrando
unidad, salvando distancias para lograr objetivos por encima de los colectivos. Aprendimos contigo que los y las
trabajadoras de Metro somos uno; que las divisiones solo nos separan y nos debilitan.
José Luis de Roa Sanz, ejemplo para todos. Respetado por quienes están al otro lado de la barricada y guía
para los que compartimos lucha. Nos inculcaste la semilla de la conciencia de clase, de lo que significa ser trabajador,
trabajadora. Nos enseñaste a no dejarnos cegar por oropeles, a sacrificar todo para mantener viva la lucha por
la dignidad y los derechos de los trabajadores- a todos los niveles -sin importar las consecuencias. Ni la cárcel ni la
tortura doblegaron nunca tu voluntad; ni siquiera en aquellos tiempos oscuros de la dictadura franquista. Siempre
dispuesto a dar un paso más, aunque te quedaras solo. No caben en este papel todos los adjetivos y la admiración
que te profesamos. Cualquier lucha era tuya: en tu puesto de trabajo, en tu barrio, en tu sindicato, en las negociaciones
de cualquier ámbito. Siempre dispuesto en primera línea, el desánimo no formó parte de tu vocabulario nunca.
Hace ya un año que nos pesa tu ausencia. Ya no gritas consignas, ya no sujetas pancartas, ya no denuncias injusticias
ni apoyas a los más necesitados. Ya no se oye tu voz en las Asambleas. Eres referente y ejemplo sin haberlo pretendido
nunca. Huías de los protagonismos, pero tu compromiso y tu voluntad te llevaban siempre a la primera línea del
combate. Simplemente eras tú en esencia pura.
A pesar del legado que nos has transmitido a todos los que tuvimos la suerte de compartir contigo cualquier
experiencia- desde el más modesto debate interno hasta la exposición más encendida en las Asambleas Generales
-no seremos capaces de llenar el profundo vacío que tu marcha nos ha dejado.
Pero no te has ido, Josete, sigues aquí. Formas parte de todos y cada uno de nosotros. Estás en cada movilización de
trabajadores y trabajadoras. Tu voz se resuena en las consignas que se gritan, cada paso que damos es con tu fuerza,
con tu firmeza con tu voluntad. Encabezas cada manifestación, alientas cada debate. Eres referencia, junto a Nacho,
Javi, Julián, Rai y tantos otros, de una clase trabajadora que tanto os debe y a la que tanto enseñasteis.
Gracias Josete, y aunque no te podamos abrazar porque ya habitas ese mundo nuevo que llevamos en nuestros
corazones, te decimos: ¡hasta siempre amigo, maestro, compañero!