Luis XIV, el Rey Sol, fue aquel monarca francés que, en una discusión sobre las prerrogativas del estado, se le atribuye el haber respondido aquello de “¿el Estado? ¡El Estado soy vo!”. Pues en TM B tenemos el dudoso honor de tener un “mini Rey Sol”, el consejero delegado Enríe Cañas, que es capaz de afirmar ante los miembros del Comité de Empresa, sin ningún rubor, que “aquí no vale lo que está firmado, vale lo que digo yo”. Pues no, señor Cañas. El tiempo del absolutismo ya ha pasado. La plantilla de Metro en su totalidad, incluidos todos y cada uno de las miembros de este sindicato, le vamos a enseñar que las cosas no se hacen así.
Podríamos poner miles de razones para hacer huelga, pero lo que Solidaritat Obrera tiene claro es que. ahora más que nunca, esta huelga es necesaria por dignidad, coherencia y salud. Dignidad porque la plantilla de Metro no está formada por imbéciles (al menos aquella parte de la plantilla que no ocupa las despachos de la planta noble del edificio de Zona Franca). Cuando el señor Cañas afirma que “no tiene sentido lavar la ropa de los empleados cuando no están expuestos al amianto», pretende, efectivamente, tomarnos por imbéciles. La empresa es incapaz de dar una fecha, ni tan siquiera aproximada, para el dcsamiantado total de la red de Metro. Y el inventario de materiales en los que aparece amianto se actualiza cada semana con nuevos elementos, ¿cómo puede usted asegurar que no estamos expuestos?
Para las demás puntos de la convocatoria de huelga, no sólo nos considera imbéciles, sino también nos considera siervos. Igual que hace con nuestra salud, a Enrié Cañas le da igual lo firmado, no le importa lo pactado, y se pasa por el arco del triunfo cualquier acuerdo. Como un pequeño monarca tiránico, para él solo vale el “ordeno y mando”.
Esta plantilla no se quiere sentir más veces ninguneada ni despreciada por una dirección técnica y unos responsables políticos desmadrados en sus ansias de arrasar todos y cada unos de nuestros derechos. La plantilla de Metro representa la dignidad de una clase obrera que quiere volver a sentirse protagonista de sus luchas, con sus victorias y sus derrotas, pero que no quiere delegar esa decisión en nadie más que en ellos. Muchos dirán que de la dignidad no se come o no se vive, quizás lo digan aquellos que una vez la vendieron o perdieron y no tienen valor para recuperarla, pero ya os aseguramos nosotros que sienta muy bien cuando se prueba en primera persona. Y la dignidad bien canalizada, en forma de movilización, casi siempre da buenos resultados.
Para Solidaritat Obrera la coherencia es vital. Veníamos a no repetir dinámicas perdedoras, efectivamente. Pero veníamos también a luchar por llevar el conflicto por el buen camino. Hemos trabajado dentro del Comité haciendo propuestas para desencallar el conflicto y dar solución a las reivindicaciones de la plantilla. También hemas trabajado fuera, en la calle, para informar a la ciudadanía y dar visibilidad a la lucha de Ixs trabajadores de Metro. Memas sido leales al mandato de unidad en contra de la dirección: seremos los últimos en levantamos de la mesa de negociación, pero también seremos los primeros cuando haya que llegar a las calles.
En Metro hemos luchado para que no ñas quiten parte de nuestro salario o |»artc de nuestros derechas e, incluso, |x>r ganar derechos, más salario, y mejores condiciones. Ahora ñas toca hacer huelga para preservar lo más preciado que tenemos: nuestra salud. La empresa pretende minimizar y reducir a la mínima expresión el problema del amianto, en contra de toda lógica, por un hecho muy simple: si no hay problema, no se tienen que dar soluciones. Y si no se tienen que dar soluciones, no hay pérdida de dinero. En esta ecuación falla una variable, las enfermos, cada día son más los compañeros que dan positivo en amianto. Ante esta situación, la única forma que tiene la empresa para que no aumenten los casos a ojos de la opinión pública es taparlos. Se realizan las pruebas, pero no se pasa visita con la neumóloga. evitando así un diagnóstico definitivo desfavorable para la empresa.
Debemos ser nosotrxs, con nuestras movilizaciones, lxs que hagamos que se desmorone la muralla de silencio que se ha levantado alrededor del amianto en Metro, y se ponga el foco sobre aquellos que quieren encubrir, mentir o tapar un problema que nos afecta a todos de la misma forma, el hecho de que trabajar nos está matando.
Muchos piensan que solo las urnas pueden echar a una dirección política nefasta donde las haya, pero quizás ñas venga bien recordar que el movimiento obrero tiene, con sus movilizaciones, la capacidad de intervenir en la realidad social de su entorno. Lxs trabajadores, organizadxs y en lucha, somos más capaces que cualquier votación de echar de sus puestos a aquellas que nos j<xlen la vida.
Ahora nos toca a nosotrxs. a todxs lxs trabajadores de Metro, el empezar a intervenir en la realidad ejue nos rodea como colectivo organizado, mediante unas paras en las días 25, 26, 27 y 28 de febrero que, en nuestra opinión, deberían ser los más seguidos de la historia de Metro.
La plantilla de Metro no tolera déspotas, ni pasados, ni presentes, ni futuros. Y esta plantilla tampoco tolerará que trabajar se convierta en una condena a muerte. No somos esclavos, ni lo seremos nunca.